Un resoplido molesto salió de los labios de Alejandro, él le dió un golpe al volante y después de eso inspiró profundamente.
— No puedo creer lo incompetente que te has vuelto, escucha muy bien, tienes una última oportunidad. Quiero que mires que es lo que sucede con Aisha Martínez y porqué anda en los bancos, algo me dice que se encuentra pasando por dificultades.
— Si señor, una vez que tenga los informes voy a decirle todo lo que quiere saber, muchas gracias por esta nueva oportunidad.
Alejandro siguió a Aisha a una distancia prudente, ella llegó a la estación de policía y él se quedó esperando que saliera.
— Buenos días, vengo a ver a mi prima, ella es Mel Ortega.
— Venga conmigo.
Aisha caminó por el pasillo de la prisión, el olor desagradable hizo que su estómago se revolviera y al ver a Mel se quedó helada, la niña rica y mimada se encontraba en un estado deplorable e incluso no podía ver su piel entre tanta mugre.
— Mel — los ojos de la mujer fueron los únicos que pudo r