—Cuñadita, que elegante estás —Alessandro dijo en un tono burlón llamando la atención de Liliana.
Ella soltó suavemente el picaporte de la puerta y con lentitud, mostrando una actitud segura y su elegancia, se giró hacia él.
—Hola, cuñado. —Lo miró de pie a cabeza a él y luego dirigió sus ojos hacia su acompañante, una chica muy hermosa y de cabello negro lacio.— Un placer —extendió su mano con delicadeza.— Bienvenida a la larga lista de amantes de mi querido cuñado. —dijo en un tono provocador.
La chica aplanó los labios con una sonrisa fingida, al igual que Liliana, ella también quedó impactada con la belleza que irradiaba aquella mujer.
—No le hagas caso, amore mio. Liliana es muy bromista, sabes que eres la única —dijo mirando a la pelinegra con una mirada intensa. Luego en un acto impulsivo besó con pasión a la chica que tenía en brazos, metió su lengua con avidez mientras permanecía con los ojos abiertos, observando a su cuñada.
Aquel gesto, dejó a Liliana visibleme