La puerta se abrió lentamente, la silueta de un hombre se dejó ver en medio de la oscuridad. Entró con sumo cuidado de no despertarla, verla así tan vulnerable resultó un poco difícil para él. Dejó sobre la cómoda la bandeja con el jarrón de agua y un plato con varios trozos de pizza.
Sus pechos estaban semi descubiertos, y aunque deseaba acariciarla, se retrajo. No podía dejar que ella viese su lado débil. Tomó la sábana con suavidad y cubrió su cuerpo. Con la punta de sus dedos rozó su hombro y ella pareció despertarse, pero sólo se giró de lado.
Liliana estaba tan agotada por el viaje y el cansancio que se quedó profundamente dormida luego de su altercado con Elena Fiorini. El hombre salió sigilosamente antes de que la pelinegra pudiese despertar y notar su presencia dentro de la recámara.
La mañana siguiente, cuando despertó, vio sobre la cómoda la jarra con agua. Sedienta, se levantó de la cama con rapidez, tomó la jarra y bebió directamente de ésta. Sintió el líquido humed