Finalmente el coche se detuvo frente a la mansión. Liliana bajó rápidamente sin aguardar a que el chofer le abriera la puerta. Aquel viaje pareció eterno para ella. Tener que presenciar el coqueteo entre su mejor ex amiga y su cuñado fue una tortura, realmente algo difícil de manejar.
Sus emociones estaban a flor de piel, por ello cuando el chofer trató de ser amable con ella, su actitud fue cortante y hasta grosera.
—Buenas noches, Sra Santos. —murmuró el hombre al verla pasar a su lado mientras se bajaba del automóvil. Ella apenas lo miró de reojo y no dijo ni una sola palabra.
Alessandro terminó excusándose por su cuñada con un “está en sus días”. Liliana quién se encontraba en la entrada volteó a verlo con enojo, la rabia, los celos le brotaba por los poros.
En tanto, Alessandro ayudó a Karem a descender del vehículo y luego, con tranquilidad, entraron detrás de Liliana. La pelinegra subió las escaleras resonando sus tacones en cada paso firme y contundente que daba.
La