Alessandro permaneció en silencio mientras Nikollò, con su habitual sonrisa esperaba la respuesta de su rival, una respuesta que era crucial para los tres: Nikollò recuperaría su dinero y humillaría a Alessandro follando con su protegida esa noche. Alessandro, podría ayudar a Sade para que regresará a Madrid y le daría parte del dinero que ganó esa noche para que dejara de trabajar como bailarina nocturna, además de arrebatársela de las manos de su rival. En el caso de Sade, no sólo obtendría el dinero para la operación de su madre sino que recuperaría su libertad sin tener que entregarse a aquel hombre aborrecible. Todos ganaban algo, incluso Liliana que debía cruzar los dedos para que Alessandro perdiera y no estuviese con la hermosa morena que en fracción de segundos se había convertido en la mujer trofeo.Aquella idea de ver a Sade como a un trofeo, repugnó a Alessandro. Sin embargo, había algo en los ojos de Sade, una especie de súplica, que le hizo comprender que esa era la ú
—Bien, mi reina ve a tu habitación y prepárate para pasar una noche diferente. —Nikollò habló con suficiencia. Seguro de que esta vez ganaría. Aunque Alessandro estuvo a punto de caer en sus provocaciones, se contuvo. Si algo caracterizaba a Nikollò, era su fanfarronería y su falsa convicción de creerse superior al resto de las personas. Mas, nada mejor para un narcisista que confrontarlo con hechos y no con palabras. Alessandro respiró profundamente y se reclinó del espaldar de su asiento. Aceptar la propuesta de revancha, le ofrecía la oportunidad de liberar a Sade del control de Nikollò, una oportunidad que no estaba dispuesto a desaprovechar en lo absoluto. Desde que vio a Sade en la tarima, Alessandro supo que la intención de su enemigo, no era otra que la de provocarlo y así llevarlo a su juego de poder, no podía negar que había sido una muy buena estrategia de su parte. Aún así, no fue fácil para él reencontrarse con ella, mucho menos tener que imaginarla en brazos de un
En tanto, Liliana se detuvo frente a una puerta discreta. Tomó aire y golpeó suavemente. La puerta se entreabrió y entonces, Sade apareció al otro lado. El rostro que se asomó entre la luz tenue del camerino fue como un golpe que la llevó directo al pasado al reconocer aquella mirada. Liliana dio un paso atrás, incrédula.—¿Sade? —susurró, con la voz quebrada por la sorpresa.Los ojos de la morena se agrandaron un instante, y luego bajó la mirada, como si aquella la presencia de Liliana removiera algo demasiado profundo en su interior. ¿Remordimiento, vergüenza, arrepentimiento? Liliana la observó, todavía procesando lo que aún consideraba imposible de entender. —Tú… ¿Desde cuándo? —La voz de Liliana retumbó en la habitación de la bailarina. Sus ojos estaban abiertos como platos con una expresión rota. —Lili… —contestó ella, apenas un susurro.—¿Desde cuándo me mentías? ¿Desde cuándo mi mejor amiga trabajaba en un maldito club nocturno y nunca me dijo nada? —espetó. Karem c
La puerta se abrió tras ella. Karem se levantó de golpe, con el corazón acelerado. Por un segundo pensó que Liliana había regresado. Que estaba dispuesta a escucharla, a perdonarla.—¡Liliana, yo…! —empezó a decir, pero las palabras murieron al ver que quién estaba en el umbral de la puerta no era Liliana. Era Alessandro, cuya expresión era dura, impenetrable, como si hubiese dejado todo rastro de ternura fuera del camerino.—¿La conoces? —preguntó en seco—. ¿Vino a verte?La confusión en su rostro era evidente, pero detrás de ella se escondía algo más: desconfianza. Recordó el temblor en la voz de Liliana, sus ojos rojos. Algo no cuadraba.—Sí. Vino a verme —respondió Karem con un hilo de voz.—¿Qué quería? —insistió él, ahora con un tono más severo.Karem desvió la mirada. Sabía que no podía seguir ocultando la verdad. Mas, también sabía que, una vez dichas algunas verdades, no habría vuelta atrás.—Hay algo que nunca te conté —confesó finalmente, sintiendo un nudo en su ga
—Vendrás conmigo, me perteneces. —respondió él con una certeza indiscutible. Karem exhaló un suspiro. Eso realmente era importante para ella. Aún así, no podía ocultar la ansiedad que le generaba el pensar en un futuro incierto con Alessandro, eso llenaba de angustia. —Termina de arreglarte y recoge tus cosas —dijo él en un tono imperativo. Karem asintió, y mientras se ponía de pie para acercarse a él, su mirada buscó la suya con afán.—¿A dónde iremos? —preguntó, en voz baja. —Iremos a la mansión de mis padres, por ahora. Ya mañana veremos qué hacer. No tengo cabeza para pensar. Lo importante es salir de aquí —respondió él, y aunque intentó sonar resuelto, en sus ojos se notaba el cansancio acumulado.—Está bien, mi amor —susurró ella, con ternura robándole una sonrisa.Alessandro se limitó a mirarla por un segundo, como grabándose su imagen antes de girar sobre sus talones y salir del camerino. Cerró la puerta y regresó a la sala de apuestas. Avanzó por el largo pasillo a
Esa mañana Liliana despertó muy temprano, se sentó en la cama, estiró los brazos, suspiró profundamente y una sonrisa se dibujó en su rostro. ¡Sí! Estaba emocionada y ansiosa por la celebración de su quinto aniversario. ¿Qué sorpresa le tendría preparada Enzo para esa ocasión? Desde una lujosa luna de miel en Santorini, un hermoso collar de diamantes valorado en 1 millón de dólares en su primer aniversario hasta un fabuloso crucero por el Caribe en sus bodas de Cuero; el famoso empresario siempre lograba sorprenderla con los más inesperados obsequios. Liliana, apartó a un lado el edredón de seda, se colocó las pantuflas, se levantó y fue hasta el baño para asearse. Tenía aún, algunas cosas pendientes por hacer: debía asistir a su cita en el SPA, luego al atelier de belleza y finalmente ir al aeropuerto por su marido en su coche, un Bugatti Chiron blanco 2024 que le obsequio en su cuarto aniversario. Podría decirse que a sus veinticuatro años, ella lo tenía todo, un marido co
El coche se detuvo frente a la lujosa mansión, Liliana bajó algo triste. Aquella pequeña discrepancia con su mejor amiga la dejó preocupada y ansiosa. Entró a la mansión con prisa, aún debía terminar de arreglarse para ir al aeropuerto y buscar a Enzo. En el momento que se disponía a subir las escaleras, la voz de su empleada de confianza, la detuvo. —Sra Liliana, le llegó este sobre. —dijo y se acercó hasta su patrona. —¿Para mí? —preguntó Liliana con curiosidad. La empleada hizo un movimiento firme de cabeza— Déjalo en mi habitación, Celeste, lo revisaré luego de ducharme. Estoy un poco retrasada. Enzo ya debe estar llegando al aeropuerto y quedé de ir por él. —Como usted ordene, señora. —contestó la mujer; Liliana subió el primer escalón y por segunda vez la empleada la distrajo— Disculpe señora, ¿desea que le informe al chofer para que la lleve hasta el aeropuerto? —No, no es necesario Celeste. Iré en mi coche. —Sonrió con picardía.— No sé qué planes tenga mi esposo. De t
Trastornada ante aquella idea, Liliana giró la llave y encendió su coche. Su presencia en aquel lugar, no tenía el más mínimo sentido. Dejó la cartera en el asiento de al lado y fue entonces cuando recordó el sobre. Un escalofrío recorrió su espalda haciéndola estremecer, deslizó su mano temblorosa y lo tomó. ¿Habría alguna respuesta a sus dudas dentro de aquel sobre? Se preguntó a sí mima ¿Y si eran fotos de él con su amiga? —¡Mierda, mierda! —exclamó con frustración. Estaba perdiendo la cordura, su mente la llevaba de un extremo a otro. Por un lado, quería pensar que eran sólo ideas que provenían de sus celos, pero por otro lado, necesitaba descubrir la verdad. Con los dedos temblorosas, Liliana sostuvo el sobre entre sus manos. La solapa sellada del sobre, parecía una barrera resguardando el secreto contenido en su interior. Liliana respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire, y luego, con un movimiento deliberado, introdujo su dedo índice bajo la solapa del sobre,