49. Pov Dan
La cocina estaba iluminada solo por la luz cálida del plafón, y el aroma de la pasta recién hecha llenaba el ambiente. Anne dormía la siesta en su cuna portátil, y yo había puesto la mesa con cuidado, intentando que todo estuviera listo para cuando Nikita bajara. Aún sentía el peso de lo ocurrido los últimos días, y la tensión entre nosotros era palpable, incluso en los momentos más cotidianos.
Cuando la escuché bajar, me giré hacia ella y noté su rostro concentrado, un poco distante, como si llevara consigo todo el peso de la jornada. Sus movimientos eran precisos, medidos, y el modo en que miraba alrededor me hizo sentir que la distancia que había impuesto no era solo temporal, sino un límite firme que debía respetar.
—Hola —dije, intentando que mi voz sonara ligera—. La mesa ya está lista.
Ella asintió, tomando asiento frente a mí. Su cabello caía sobre los hombros de manera natural, y la luz hacía que sus ojos brillaran ligeramente, aunque su expresión permanecía algo fría. Me sen