Llegué a la casa con el corazón aún acelerado, sintiendo que el mundo giraba demasiado rápido. La charla con Norman había sido intensa, pero a la vez aliviante. Solo eso me hacía respirar un poco más tranquila, aunque no podía quitarme la sensación de amenaza que todavía flotaba en el aire.

Al entrar, vi a Dan acomodando cosas. No dijo nada al verme, y yo me mantuve al margen, observándolo de lejos. Había algo en su forma de moverse, en cómo sus manos pasaban por cada cosa con precisión, que me desconcertaba. Y no era solo eso: aún sentía la intensidad de la noche anterior, el recuerdo de cómo nos habíamos cruzado, cómo me había sostenido, cómo su respiración se había mezclado con la mía… y ahora estaba allí, tranquilo, demasiado tranquilo.

Anne comenzó a llorar desde su sillita, y automáticamente mis instintos me hicieron moverme hacia ella. Tomé a la pequeña en brazos y Dan levantó la mirada, pero no hizo ningún comentario. Solo me observó, casi como si midiera mis movimientos. Sent