Capítulo 29. El Show Debe Continuar.
El sol ya no era un recordatorio incómodo de la noche anterior, sino el foco implacable de los focos. Maya y Elliot se encontraban en el ruidoso y vibrante estudio de grabación, el epicentro de la nueva película que se rodaría entre Miami y Santorini.
La energía era palpable: había cámaras, equipos y cables por todas partes, y un ejército de técnicos se movía con una precisión caótica.
Bruno, el mánager de Elliot, estaba junto a Maya revisando algunos documentos en su tableta. Había sido testigo de cómo Elliot abandonaba el bar y de la furia que había visto en sus ojos esa mañana.
Sabía todo sobre la noche de pasión, el «accidente», la «virginidad desparramada», como Elliot la había descrito con su cruda honestidad. Pero se mantenía mudo, con el rostro impasible.
La tensión entre Elliot y Maya era tan densa que parecía volverse tangible, aunque los demás no la percibían.
Maya, por su parte, era un caos emocional. Su corazón seguía latiendo con fuerza, recordándole el impacto de Elliot