GIANNA RICCI
Durante toda la mañana me quedé pensando en el sueño que había tenido y lo que sentí en cuanto besé a Matías. ¿Qué era lo que me estaba pasando?
—¿Estás bien? —preguntó Leonel mientras caminábamos por el jardín, notando mi desconcierto—. ¿Te sientes cansada? Lo mejor será que regresemos a la habitación.
Se acercó para cargarme, pero lo detuve. —Estoy bien, en serio —contesté enternecida por su dulzura. Tomé su rostro entre mis manos y al verlo a los ojos, me sentí dichosa por tener por fin su amor sincero. No había duda en que lo amaba con devoción, pero… en cuanto volvía a pensar en ese sueño, era como si mi cabeza y mi corazón se partieran en dos.
De alguna manera… sentía como si estuviera enamorada de los dos. Una parte de mi quería salir y buscar a Matías, la otra se quería quedar al lado de Leonel. ¿Qué me estaba pasando?
—¡Leonel! ¿Podemos hablar? —preguntó el señor Ricci.
—Anda… ve —contesté motivándolo a ir.
—¿Estarás bien? —Se tomaba su papel como mi cuidado