36.
ROGER
No sé exactamente cuándo comenzó este temblor en las manos, si fue en el segundo exacto en el que escuché el apellido Marshall salir de la boca de la presentadora del noticiero o si ya lo traía desde antes y simplemente ahora tengo la desgracia de notarlo. El apartamento está silencioso, demasiado silencioso para ser pleno mediodía en Londres, pero el sonido que corta ese silencio —esa voz fría, profesional, distante— me parece ensordecedor. La pantalla muestra una imagen en vivo y, aunque mi mente intenta engañarme, sé perfectamente lo que estoy viendo. Sé perfectamente quiénes son esas dos figuras rodeadas de cámaras, micrófonos, manos que empujan, luces que ciegan.
Y sé perfectamente que ella… está con él.
Estoy congelado frente al televisor. El café que estaba tomando hace apenas unos minutos permanece en la mesa, aún tibio, pero no tengo la fuerza ni la voluntad de acercar la taza a mis labios. Todo mi cuerpo está inclinado hacia adelante, como si el peso de la escena que t