En la tranquilidad de la habitación del hospital, Shopia miraba fijamente por la ventana. Su corazón se agitaba, su mente era una tormenta de pensamientos. En pocos días, su vida se había puesto de cabeza: de ser una madre soltera luchando sola, a una mujer atrapada entre dos hombres, cada uno con su propio pasado y ambiciones. Pero hoy, ella había tomado una decisión.
Shopia respiró hondo. En su mano tenía un documento de divorcio firmado. Sus dedos temblaban mientras esperaba la llegada de Hunter Jackson. Este era el final de un capítulo largo y agotador… y quizás el comienzo de algo nuevo.
La puerta chirrió al abrirse. Hunter Jackson entró, vestido de manera sencilla, su rostro cansado, aunque llevaba un leve rastro de esperanza.
—¿Querías hablar? —preguntó en voz baja.
Shopia se puso de pie y le entregó la carpeta azul. —Estos… son los papeles del divorcio.
Hunter miró la carpeta por un largo momento, reacio a tomarla. —Entonces… ¿ésta es tu decisión?
—He pasado demasiado tiempo a