Olivia entró en la boutique más lujosa de la ciudad, sujetando con fuerza los pequeños dedos de Elliana.
El interior de la boutique brillaba bajo grandes candelabros de cristal, con filas y filas de ropa de diseñador exclusiva alineadas en las paredes. Olivia quería darle a su hija lo mejor. Después de todo lo que habían soportado, Elliana merecía ver la belleza que el mundo tenía para ofrecer.
“¿Cuál te gusta, cariño?”, preguntó Olivia con dulzura.
Elliana asintió entusiasmada, sus ojos se iluminaron al mirar los vestidos de colores pastel. Olivia sonrió cálidamente y luego se disculpó un momento. “Espera aquí, ¿sí? No te alejes.”
“Está bien, mami,” respondió Elliana dulcemente.
Mientras Olivia desaparecía hacia el baño, Elliana se acercó cautelosamente a uno de los estantes de ropa infantil. Su pequeña mano acarició la suave tela de un vestido azul claro adornado con diminutos cristales. Lo tocó con cuidado, hipnotizada por su delicada belleza.
Pero de repente—
“¡Oye! ¡No toques eso