Esa noche, Olivia estaba sentada en la sala, mirando fijamente la pantalla de su teléfono. El mensaje amenazante de Hunter seguía visible. Sus manos temblaban, pero sus ojos estaban fríos. No tenía miedo—simplemente estaba más consciente de que ese hombre aún no había terminado de jugar sucio.
Daniel entró con un plato de bocadillos, pero se detuvo al ver la expresión de Olivia.
—Señorita Olivia… ¿ocurre algo?
Olivia le entregó el teléfono. —Léelo tú mismo.
Daniel leyó el mensaje rápidamente, con el rostro endurecido. —Es una amenaza. Esto ha pasado todos los límites.
Olivia asintió. —Quiero que instales cámaras adicionales fuera de la reja y en la puerta trasera. Y activa la alarma de seguridad de alto nivel esta noche.
—Me encargaré de ello ahora mismo —respondió Daniel con firmeza antes de salir de la casa apresuradamente.
Olivia se levantó y se dirigió al cuarto de Eliana. Abrió la puerta con cuidado, asegurándose de que su hija siguiera profundamente dormida, abrazando su peluche