Tarde en la noche, Shopia Joy finalmente salió de la habitación del hospital de Joe.

El aire frío del pasillo mordía su piel, pero continuó caminando lentamente hacia la sala de espera para comprar una botella de agua. Le dolían los pies, pero su mente estaba mucho más agotada. Desde que Damian apareció y reveló que sabía sobre Joe, su cabeza no había dejado de girar con los peores escenarios posibles.

Pero sus pasos se detuvieron de golpe al ver a Hunter Jackson sentado en uno de los bancos largos. Tenía la cabeza agachada, los puños apretados sobre las rodillas, como si estuviera librando una batalla interna. Llevaba una chaqueta vieja y descolorida que se veía tan desgastada como su alma.

Shopia pensó en pasar de largo, pero su voz suave la detuvo.

—Shopia, espera un momento.

Ella suspiró, girándose lentamente.

—¿Ahora qué, Hunter?

Él se puso de pie, con los ojos enrojecidos, ya sea por el cansancio o por emociones que ya no podía contener.

—Aún no estamos divorciados, Shopia Joy —