Capítulo trece.

La semana siguiente no empezó de la mejor manera, para variar.

Ya me había desacostumbrado la verdad.

Para empezar, hoy no me siento muy bien. Los dolores de cabeza me están matando y ya no sé como hacer para poder ver la computadora sin que sienta la maldita presión en la parte de la frente. Ya van tres veces seguidas que tengo que parar, quitarme los lentes—los cuales me puse pensando que el dolor era la vista y así hacer un poco menos de esfuerzo—y frotarme los ojos.

Intenté ponerme gotas cuando sentí que mis preciosos ojos se estaban disecando, funcionó un rato, pero ahora volvió a aparecer.

Y eso me tiene harta. Es imposible que pueda concentrarme así.

Por otro lado, Loan hoy ha tenido su día de descanso así que estuve sola toda la mañana con Max. Aunque en realidad él ni siquiera salió de la oficina después de que le pasé una llamada la cual terminó en gritos y muchas otras cosas que no vale mencionar ahora.

En un principio quise ser gentil, e ir y preguntarle si necesitaba algo
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