Capítulo 33
Amar en silencio
Renata Lennox-Spencer
Siempre creí que el amor era algo que se construía con tiempo, con certezas, con planificación. Que era una suma de decisiones, una fórmula matemática.
Confianza + compatibilidad + constancia.
Pero estaba equivocada.
El amor, el verdadero, es un incendio. Y no, uno que se apaga con agua, no. Es uno que lo consume todo. Que no pide permiso. Que arde en las entrañas, aun cuando intentas contenerlo.
Lo veo cada vez que Luciano entra en la habitación de Isabella. Lo noto en cómo su voz cambia cuando le habla a ella. En cómo sus dedos tiemblan cuando acaricia su vientre. En cómo se queda dormido, sentado al borde de la cama, vigilándola como si el mundo entero fuera una amenaza que solo él puede contener.
Lo veo también en Isabella.
En cómo, pese al miedo, al dolor, a la traición, ella le deja una grieta abierta. Pequeña, sí. Frágil. Pero ahí. Un espacio por donde él puede volver a entrar.
Y, aun así, no es de ellos de quien quie