La partida de Ares y Jackson dejó un vacío palpable en la mansión Maswell. Artemisa, a pesar de su determinación, se sentía como una pieza de ajedrez vulnerable en un tablero de juego mortal. Cada sombra parecía albergar una amenaza, cada silencio resonaba con la promesa de un peligro inminente.
Mientras Ares se adentraba en las Tierras Altas, Artemisa se sumergía en los archivos de la mansión, buscando cualquier pista que pudiera ayudar a su amado. Pasaba horas en la biblioteca, rodeada de tomos polvorientos y pergaminos antiguos, descifrando genealogías, analizando rituales y estudiando la historia oscura de la familia Maswell.
Una noche, mientras revisaba un diario antiguo, encontró una referencia intrigante a una profecía olvidada. La profecía hablaba de un "hijo de la luz y la luna", cuyo nacimiento desataría una guerra entre el cielo y el infierno, y cuyo destino estaría ligado al futuro de la familia Maswell.
Artemisa sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Podría ser que su