Capítulo 53
Demonio Lobo
Mía llegó al frente, como indicaban los informes, con una actitud serena pero imponente destacando en medio del caos del frente. A pesar de la gravedad de la situación, sus movimientos estaban cargados de confianza. La devastación era palpable: el olor de la sangre impregnaba el aire, los gritos de dolor resonaban, y los campos estaban salpicados de restos que apenas y parecían personas. Sin embargo, al verla, algo cambió. Los soldados que la rodeaban dejaron de mirar al suelo y comenzaron a levantar la cabeza, como si su mera presencia les devolviera la esperanza.
Mia, con su traje táctico impecablemente ajustado y su rostro oculto bajo la máscara y la capucha de su capa, era como un rayo de sol en medio de la tormenta. Ella se dirigió primero a la carpa médica. Dentro, el ambiente era sombrío. Los heridos llenaban las camillas, algunos apenas conscientes. La doctora Elena, una mujer de mediana edad con ojeras profundas, levantó la vista al verla entrar.
—Es