La multitud grita. Y no es una simple gritería, no señor. Es el tipo de gritos que te hacen sentir como si estuvieras en medio de un circo de animales salvajes que te van a devorar en cualquier momento. Son los mismos tipos de gritos que se escuchan en esas películas donde los protagonistas sobreviven a lo imposible, aunque a ti te está tocando vivirlo en carne propia. Y, claro, todo el jodido caos tiene a Santiago como el centro del universo, el dios de este circo. Mientras el resto del mundo parece haberse olvidado de cómo respirar, yo no puedo quitar los ojos de él. Está en el ring, luchando como si fuera lo mejor del mundo. Y no puedo creer lo que veo.
Nunca imaginé que alguien pudiera ser tan increíblemente bueno peleando. Es… perturbador. No sé si me está gustando o si debería de tener miedo. El tipo que enfrenta es alto, pesado, parece tener todo lo que se necesita para destrozar a Santiago, pero no lo hace. ¿Por qué? Porque Santiago tiene algo que ni la fuerza bruta ni el