El silencio que dejó la pelea con Tania no dura mucho.
Al principio, todos están en shock. No porque nunca hayan visto una pelea antes, sino porque nadie esperaba que fuera yo quien terminara con el puño en alto. Pero luego, como una ola que crece sin control, se desata algo que jamás había sentido en este maldito lugar:
Respeto.
—¡América, no mames, le rompiste la nariz! —alguien grita, y la risa se esparce entre la multitud.
—¡La hiciste mierda!
—¡Fue lo mejor que he visto en mi vida!
Los murmullos se convierten en ovaciones. Alguien me da una palmada en la espalda, otros aplauden y algunos incluso sacan sus teléfonos para grabar mi salida triunfal.
Yo solo sonrío. No porque lo necesite, sino porque es la primera vez que siento que yo tengo el control de la situación.
—¿Qué se siente? —JC aparece a mi lado, con los brazos cruzados y una expresión de puro entretenimiento.
—¿Qué cosa?
—Ser la nueva reina de la escuela.
La idea me da risa