Mariana se quedó callada como si un tanque de guerra se la llevara por delante, el aire no llegaba a los pulmones ante las palabras de Aidan, tal parece que todo se estaba complicando para la hermosa joven.
— ¿Aidan que acabas de decir? - Teodora no estaba dispuesta a quedarse callada ante las palabras de su yerno, pero la sonrisa Lobuna que recibió por parte de Aidan hizo que la mujer retrocediera un paso, mientras Carlos Dumonts no se había movido de su sitio.
— ¿Qué es lo que quieres Teodora? - Aidan se escuchaba muy peligroso mientras se acercaba a la mujer - Todos ustedes me están subestimando, yo no soy un muñeco vudú a quien ustedes piensan manejar a su antojo, no señoras y señores soy Aidan Dumonts el empresario más poderoso de nuestra Región una orden tuya no es nada en contra de una orden mía papá y señora hasta aquí usted llegó, así que Mariana si no quieres terminar como tu madre te recomiendo que te pierdas de mi vista, y lo mismo va para ti papá, Olivia seguirá siendo mi