Resquicio del Don
-Pasaremos la noche aquí. -Ana giró lentamente “¿Cómo dices?” era la pregunta que quería realizar, pero la respuesta sarcástica que podía recibir la hizo reservar.
-Prefiero caminar toda la noche, gracias. -Se volvió a girar.
-Bueno, tienes tu espada, seguro puedes defenderte de…. -Miró al suelo fingiendo distraerse con otra cosa.
-¿De que?
-Eh? No te preocupes, ve ve.-La corrió con un gesto de la mano y se volvió a meter a la cabaña. Ana cerró los ojos y dió un pisotón en el suelo.
Se regresó
-La cama es mía.- Declaró Ana.
Ashven la observó desde la esquina de la estufa donde estaba terminando de amontonar algunos trozos de leña para pasar la noche, con esa expresión suya que no era precisamente una sonrisa, pero tampoco era neutral. Una línea torcida, apenas, en la comisura de los labios.
-Perfecto. -Dijo. El tono sugería burla.
Ana bufó y se dejó caer de espaldas en la cama, sacudiendo un poco el polvo que levantó en el aire helado de la habitación. El fuego