Capítulo 26.
POV Camila.
El camino de regreso era largo. La casa rodante vibraba con cada bache, y el ruido del motor se mezclaba con su respiración irregular. Carlos estaba tumbado en la cama, la pierna vendada, aún sudando frío. Yo lo vigilaba, aunque intentara hacerme la fuerte y fingir que lo hacía por deber, no porque me importara.
Lo cierto era que me había pasado horas apretándole la mano, cambiando compresas, asegurándome de que no se durmiera demasiado profundo. Había visto su piel palidecer, sus labios resecos, su cuerpo temblar con la fiebre. Pensé que iba a morir, y eso me desarmó más de lo que estoy dispuesta a admitir. Pero el doctor me aseguro que mi atención inmediata le salvo la vida.
Ahora la fiebre cedía. Su mirada, antes perdida, se clavaba en mí con un brillo distinto. Más humano, más vulnerable. Y eso era peligroso.
—Deberías dormir —le dije, colocando otra manta sobre él.
—Si cierro los ojos, tengo miedo de no abrirlos —respondió con una sonrisa débil.
Me molestó la frase. N