04. YO MANDO AQUÍ

AURELIUS KADEN

Los cráteres en el suelo están escondidos y pueden activarse a la menor presión.

Me pregunto cuándo se dará cuenta de que también es un veneno que confunde los sentidos.

Me tenso al verla sumergirse en una nube de gas tóxico.

Miska desaparece también entre la niebla.

Este campo está fabricado con la ayuda de la Academia de Magia, no me quedan dudas.

Los hombres lobo no somos las únicas criaturas sobrenaturales que habitamos en este continente y las cosas a veces se ponen tensas.

Los aliados pueden cambiar a enemigos por cualquier fricción.

Es importante aumentar nuestras fuerzas, por eso debo escoger a una buena Serafina para que me ayude.

Miska sale disparada corriendo hacia la penúltima prueba.

William resopla y escucho las murmuraciones y las apuestas.

“Apuesta por la rubia pequeñita”, me extraña el escuchar la voz ronca de mi lobo.

“¿Qué tanto interés tienes por ella? Posiblemente se desmayó en el gas…”

Me tengo que comer mis palabras cuando la niebla se revuelve y creo que saldrá alguna de las otras competidoras.

Sin embargo, capto el destello de mechones rubios y tenso mis dedos… me encuentro esperando a que sea esa hembra.

—¡Salió sin desmayarse, corre, nena, corre!

—William, cállate de una puta vez —resoplo de repente.

—Uf, cascarrabias…

—William, ven y siéntate, ¿qué tanto alboroto? —Darius lo hala del brazo y casi tiene que sentárselo en las piernas para controlarlo.

—William, ¿la quieres para ti? —la voz del estirado de Merl me hace fruncir el ceño.

Está acomodándose el cabello negro hacia atrás, con su actitud de intelectual y el palo tieso que no se quita del culo.

—No es mala idea, mírala qué inteligente, cómo se ha tapado la cara con la sudadera. ¡Me encanta esa rubia, corre, baby, corre!

Los rugidos de William han despertado también a las gradas, que comienzan a animarla.

Sí que ha sido inteligente y ahora sigue los pasos de Miska en el puente flojo que se eleva sobre trampas peligrosas.

Está casi llegando al final y los tablones del puente no están muy firmes que digamos.

La caída de varios metros puede aturdirte, incluso matar en un caso extremo.

Las Serafinas son recursos importantes y la idea no es perder a ninguna.

Aprieto los músculos de la mandíbula al ver que Miska se está moviendo más de la cuenta.

Crean el equilibrio con las manos estiradas, no hay de dónde agarrarse.

Detrás, otras chicas se suben también a la pasarela de la muerte.

El grito de una pelirroja se escucha al ser sacudida por la fuerza de los movimientos.

La hembra rubia oscila peligrosamente.

William ya no anima y se siente la tensión en el aire.

Las gradas están en silencio, como si no quisieran desconcentrarlas.

De repente, Miska hace una acción bastante arriesgada, pero que se quita de encima a la mayoría de las competidoras.

Comienza a correr por los tablones inestables y solo un paso en falso puede ser su final, pero, por supuesto, es una Alfa entrenada.

Varios soportes de madera se caen al precipicio y creo que hasta aquí llegó la proeza de esa lobita.

—¡No creo que vaya a hacer lo que me parece! —William se para de golpe y exclama.

Siento la adrenalina recorrer mis venas, como mismo lo debe estar viviendo ella.

Su velocidad siempre ha sido su mayor arma y la usa demasiado bien.

Corre también a lo suicida, casi en puntillas de pies, y cuando Miska se inclina para brincar a suelo firme, la hembra se apoya en su espalda y la salta como un caballo de gimnasia.

Creo que nadie se imaginó que hiciera esa locura.

El rugido de Miska se escuchó al precipitarse al vacío y la loba usó el impulso para caer revolcada en la orilla.

Podía ver su frente perlada en sudor y el subir y bajar apresurado de su pecho.

Levantó el rostro lleno de polvo hacia nuestro palco y esos ojos grises tan vivos se cruzaron de repente con los míos, creando un impulso electrizante.

Fue apenas un segundo, pero admito que capturó por completo mi atención.

Mi lobo expandió los sentidos para investigar a su pequeña loba, pero estaba demasiado agitada e inquieta.

Otro grito de William robó su mirada.

Ella lo observó y juro que por un momento vi la vacilación en su expresión.

¿Qué tanto estaba maquinando? ¿Titubeaba?

—¡Voy a por ti, nena!

Ya estaba al patearle el culo a William como siguiera vociferando.

Le hice unas señas al secretario de la Academia que esperaba a un lado, mientras ella corría hacia el último laberinto de obstáculos.

—Dame la información de la candidata ganadora —le ordené en voz baja— y agrega 100 monedas de oro a su victoria.

La daba ya por vencedora y, aunque yo tenía la última palabra a la hora de escoger a mi Serafina… resultaba justo que fuese ella.

Tomé el documento y lo ojeé.

Savannah Olivan, de la lejana manada Montaña de Plata, una Serafina de primer nivel… pero con una loba Omega.

Fue como si agua fría se vertiera encima de mi cabeza.

Esperaba al menos que fuese una Beta.

“Mmnn… pero no parece una Omega débil” Ash resopló.

“¿Crees que si te sales de control te podrá controlar?”, aplasté su interés de golpe. “Sabes muy bien lo que opino de las Omegas…”

“Entonces tendrás que elegir, porque Miska está escalando la pared del barranco.”

Fruncí el ceño ante sus palabras y dejé la carpeta a un lado.

Como en efecto, una Miska bien cabreada y llena de magulladuras logró subir con garras y sudor.

No me extrañaba de ella.

Corrió rugiendo hacia el laberinto de arbustos y se internó en él junto con la Omega.

Algunas chicas también escalaban la pared, pero estaban muy por detrás.

Solo quedaban ellas dos y pensé, como todos, que era imposible que le ganara a la tal Savannah.

Sin embargo… lo imposible se logró.

—¡A la derecha, mujer, a la derecha! ¡¿Pero dónde tienes el sentido de ubicación?! —William ya le rugía frustrado a Savannah.

Parecía estar perdida en el laberinto de altas paredes vegetales… No, me dio la sensación de estarlo haciendo a propósito.

“¿No desea ganar?…” mi lobo arrugó el morro, a punto de mandarle una orden a la Omega para que se acercara a él.

“No la coacciones. Parece que ella no quiere ser nuestra Serafina”, esa idea pasó por mi mente.

“¿Nos tiene miedo? Quizás ha escuchado los rumores…”

Las palabras de Ash se fueron apagando, pero no la ira en mi pecho.

La silueta de una sonrisa fría apareció en la esquina de mi boca mientras me levantaba.

¿De verdad cree que puede jugar así conmigo?

La decisión ya no está en sus manos.

Bajé los escalones y me acerqué a la baranda de piedra.

—Kaden, me pido esa Serafina para mí, te quedas con Miska. Mira, va a llegar de primera…

—No tomes decisiones por mí —miré a William con ojos afilados—. Aún no he elegido quién me servirá…

Salté al vacío sin escuchar su respuesta y caí con los pies firmes en la arena.

El polvo se levantó en forma de humo a mi alrededor.

Avancé impetuoso hacia el sitio donde sabía que se escondía.

Creo que es hora de enseñarle a esa Omega rebelde quién manda aquí.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP