Salgo del cuarto. Miro a mi alrededor y todos están con lágrimas — Se ha ido — susurró sintiendo mi corazón quebrarse al decirlo.
Se dan cuenta que es real, que mi abuelo ha muerto por lo que comienzan a llorar y a abrazarse para recibir algo de consuelo, sin pensarlo dos veces yo voy a los brazos de Adam y lloramos juntos en el pasillo.
—Adam duele tanto — me contraigo del dolor — Duele mucho Adam. Ya no lo soporto — suspiro soltando sollozos.
—L-Lo sé Linda — susurra entre sollozos — También me duele mucho — susurra hundiendo su cara en mi cuello — Pero estamos juntos y si tu caes, te ayudaré a levantarte, así como hiciste conmigo. No te dejaré caer… No ahora — dice esta vez mirándome con sus ojos rojos por el llanto.
—Lo sé — le digo para ver a Jessi caminar hacia mí, por lo que yo sin pensarlo mucho me lanzo a sus brazos.
—Linda… Ya he llamado a mis padres y Maikol a los suyos también… Ellos se encargarán de todo — dice ella deshaciendo el abrazo para mirarme — No estás sola en esto, yo estoy contigo y los chicos también, te queremos mucho, saldremos de esta juntos — dice abrazándome nuevamente mientras yo trato de respirar más normal y no terminar ahogándome en mis lágrimas.
Luego de eso abrazo a Maikol y luego a Liam, a los minutos llegaron los padres de los chicos y lo mismo, todos le teníamos un gran cariño a mi abuelo, era demasiado bueno, a decir verdad, tanto como padre, como abuelo, como amigo, como suegro, sin quejas.
Al pasar otros minutos le digo a Jessi que voy a tomar aire y ella insiste en querer acompañarme, pero quiero estar sola y al final ella entiende.
Por lo que comienzo a caminar y bajar por el ascensor, en el que me encuentro a una pareja que me queda mirando, debo lucir horrible, pero no me inmuto, no me importa ahora, en otro momento hubiera salido arrancando, pero ahora no.
Al salir del hospital recibo un fresco aire que me hace estremecer y a la vez tranquilizar un poco más y me doy cuenta de que están cayendo pequeñas gotas de lluvia, no me importa realmente, por lo que sigo mi camino para ver que están ahí los autos estacionados y los chicos dentro de estos. Al verme, todos bajan rápidamente.
Al tenerlos frente a mí, los cuatro ponen caras expresivas de impacto y preocupación, ellos iban a hablar, pero yo levanté la mano haciendo que guarden silencio y habló con voz de a ver llorado a montones.
—Voy a dar una vuelta — logro formular — Quiero que dejen estacionados los autos y suban ahora mismo al piso donde están los chicos, no estamos seguros — ordeno — Paúl quiero que llames a la agencia y envíen más seguridad… Mi abuelo no murió — informó recordando las palabras de Arthur — Lo mataron — suelto viendo cómo se tensan — Estás llamado ya supongo — ofuscada le hablo a Paúl.
—S-Sí enseguida — dice buscando su celular torpemente.
—Félix acompáñame. Ustedes suban ahora, registren el lugar, envíen gente a donde estaba mi abuelo y registren a todos los que aún están dentro del local y todos los que hayan ingresado ahí dentro ayer y hoy —
—Necesitamos una orden para eso señorita Sol — interviene Raúl.
—Entonces has que tu agencia la consiga — Sin darle chance a hablar camino pasando por entremedio de Paúl y Braulio. Haciendo que ambos se hagan a un lado con rapidez.
Sintiendo los pasos de Félix detrás de mí, continué mi caminata para pensar mejor.
No sé cuánto llevo caminando, pero he encontrado una plaza, por lo que camino dentro de esta y al ver una banca frente a la laguna me siento frente a esta, echándome a llorar.
Lloro por todo. Por mi abuelo, por mis padres, porque sé quiénes son los responsables de todo esto, pero no me entra el ¿Por qué? Como una persona puede tener tanto odio, como tu propia sangre puede hacerte tanto daño sin remordimiento, sin pensar en cuánto destruyes a esa familia solo querer quitarlos de tu camino, aunque viéndolo desde ese ángulo creo que ese es el punto.
Entre llantos siento que algo se pone sobre mí, haciendo que la espesa lluvia deje de caer sobre mi cuerpo.
Al ver que los zapatos son finos y el pantalón es de tela no levanto mi mirada.
Segundos después un pañuelo color crema se posa frente a mis ojos. Sabiendo que es Félix lo tomo y seco mis lagrimas como también mi rostro completo al estar toda mojada por la lluvia.
—Gracias — susurro roncamente.
—De nada — sintiendo mi cara arder de vergüenza levanto mi mirada al saber que esa voz no pertenece a Félix — Lo que yo no entiendo es como una mujer tan hermosa está bajo la lluvia y llorando desconsoladamente sabiendo que puede coger un resfriado muy grave al estar aún en invierno — desconociendo su rostro me tranquiliza al saber que es improbable volver a verlo por algún lado.
—Dudo que esté “hermosa” con este aspecto — parpadeo para verlo mejor — Pero gracias por el cumplido — le digo en un susurro y tragándome mis lágrimas mientras veo cómo él se pone en cuclillas delante de mí.
—No es nada y no lo dudes — quita una lágrima de mi mejilla — Eres hermosa hasta estando así — sonríe cálidamente haciendo que baje la mirada — ¿Puedo saber por qué estás así de mal? — pregunta cuidadosamente — No me digas que te fueron infiel y estabas a un día de casarte — agrega viéndolo con el entrecejo fruncido al levantar la mirada en busca de algún indicio de burla, pero no encuentro nada, por lo que suspiro cansada.
—Créeme no es eso — respondo — No tengo tiempo como para estar perdiéndolo en esas estupideces — le digo recordando todo, por lo que me dan ganas de volver a llorar y sin poder evitarlo se me escapan más lágrimas.
—¿Entonces? — inquiere colocando una de sus manos en mi mejilla para limpiar un poco mi rostro que de seguro está rojo e hinchado de tanto llorar.
—No soy lo suficientemente fuerte, sabes — suelto parpadeando repetidas veces para contenerme — Mi familia nos odia porque están cegados por el dinero. Siempre ha sido así y ahora nos quieren quitar todo, me quitaron a mis padres y ahora a mi abuelo… Solo quiero que acabe — sollozo desconsoladamente sintiendo como un par de gotas caer en mi cuello.
—Todo irá mejor linda… Pero ya no llores por favor — pide afligido limpiando mis lágrimas con sus pulgares. Me quedo mirándolo sin saber cómo responder a esos gestos de un extraño mientras intento tranquilizar mi respiración — Esto te parecerá una broma pesada, pero créeme que lo digo muy enserio — se acerca en forma confidencial — ¿Te casarías conmigo? — pregunta dejándome en pausa al intentar procesar su inusual pregunta. Intento rebuscar en su mirada algún indicio de broma o algo por el estilo. Sin embargo, su mirada profunda y luminosa me confirma que no está jugando, pero aun así lo miró como si le hubiese salido otra cabeza.