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Cántame bajito... Profesor
Cántame bajito... Profesor
Por: MaGia Cuyan
Primera Nota, Primer Suspiro

Hay encuentros que no necesitan palabras. 

Basta una melodía, una mirada sostenida más de lo normal, o un suspiro contenido cuandola razón dice "no" pero el corazón ya se rindió.

Julieta no lo sabía aún... Pero al cantar su primera nota frente al jurado de esa audición alguien entre sombras ya habia exhalado su primer suspiro por ella.

Julieta habia visto la publicación de casualidad. Entre videos de gatitos y coreografías virales, le apareció el anuncio de una academia que ofrecía becas para estudiar canto. No lo pensó mucho. Talvez por impulso. Tal vez por esa intuición que rara vez se equivocaba.

Julieta nunca pensó que una decisión tomada al azar una noche de desvelo cambiaría el rumbo de su vida. Mientras deslizaba su dedo por la pantalla del celular, apareció un anuncio: "¿te apasiona cantar? Postúlate a nuestras becas de talento"

Le llamó la atención de inmediato. Cantar siempre había sido una parte íntima de ella, pero nunca lo había hecho en público. Sus dedos temblaron un poco mientras completaba el formulario "Total ¿qué puedo perder?, se dijo.

Semanas después, estaba frente a un panel en una pequeña sala de audiciones. Las luces eran cálidas, la acústica parecía diseñada para captar hasta el suspiro mas mínimo. No lo sabia, pero desde una esquina, parcialmente cubierto por una laptop y unos anteojos, Samuel Guerra, profesor de canto, la observaba con más atención de la que cualquier otro aspirante había recibido.

El fijó sus ojos rasgados en ella desde que entró. Su porte nervioso, pero decidido. Su forma de respirar profundo antes de cantar. El brillo en su voz cuando la soltó. Su voz lo cautivó, pero algo más lo inquietó: su mirada se cruzó con la de él por apenas un segundo... pero fue suficiente. Algo le vibró por dentro "¿Quién es ella?, pensó.

A los pocos días  Julieta recibió el correo. Le habían otorgado media beca. No sabía si gritar o llorar. Corrió por toda la casa con el teléfono en lamano tembland. "Lo logré" era lo unico que sonaba en su mente...

El primer día de clases llegó y, al entrar en la academia, su corazón latía como si fuera su primer concierto. La recepción olía a madera pulida y café recién hecho. Gente afinando guitarras, risas tímidas entre estudiantes nuevos. Cuando anunciaron quién sería su maestro, su estomago se tensó.

- Tu profesor de canto será Samuel Guerra - dijo uno de los coordinadores con una sonrisa.

Un nombre cualquiera... hasta que vio al joven de cabello rizado y gafas entrar al aula. Su estomago dio un vuelco. Era él. El hombre que la observó durante su audición. Se quedo quieta viéndolo. 

El tambien la vio. No era su imaginación. Sus ojos la recorrieron brevemente antes de sonreir. Una sonrisa que parecía profesional... peor no del todo.

- Hola a todos, soy Samuel Guerra, pero puedes decierme Profe Guerra... o Samuel si ya me tienen confianza. - dijo con un tono relajado.

Julieta sonrió. Un poco nerviosa. Un poco emocionada.

Pasaron las semanas. Las clases eran dinámicas, llenas de risas, bromas, técnica... y miradas. Julieta empezó a notar que Samuel soliá acercarse más da ella de los que era necesario cuando corregía la postura. Que su voz bajava solo un poco cuando le hablaba a ella Que la elogiaba más que a los demás.

Y un día, lo sintió. Esa tensión invisible.

-Intenta otra vez esa nota, Julieta... pero esta vez no pienses en la técnica, piensa en lo que sentirías si cantarás eso a alguien que te gusta.

Julieta se quedó en silencio. Sintió el calor subirle al cuello. Él la miraba con media sonrisa. Y cuando ella volvió a cantar, su voz tembló... porque pensó en él.

Al terminar, todos aplaudieron. Samuel se limitó a asentir con una mirada intensa.

- Esa es tu voz real. No la escondas. - le dijo, con una suavidad que parecía tener doble sentido.

Días despues, ella llegó antes a clase. Solo estaban ellos dos. Mientras afinaba su voz con el teclado, él se acercó.

- ¿Sabes que cuando entraste a la audición no podía dejar de mirarte? - le soltó, sin rodeos.

Ella se giró sorprendida.

- ¿Qué? ¿En serio?

- Tenías algo distinto... y no solo en la voz.- respondió mientras tomaba su cuaderno de partituras. No dijo más pero la dejó conel corazón palpitando y las mejillas rojas.

Desde ese momento, las miradas aumentaron. Las bromas sutiles también.

Un día mientras practicaban un dúo romántico frente a la clase, él le cantó la frase "quiero robarme tus noches" mirándola directamente a los ojos. Nadie más lo notó... pero ella sí. Lo sintió como una caricia invisible,

-¡Uy, se sintió real esa tensión! - bromeó uno de los compañero y Julieta bajó la mirada riendo, tratando de esconder lo que había sentido de verdad...

Pero no todo era simple. Habían reglas. Estaba la dinámica maestro-alumna. Estaba el hecho de que no sabía si ella le gustaba de verdad o solo jugaba. Estaba la presión de hacerlo bien, de no confundirse. Aunque algo le decía que, si el jugaba, también se estaba dejando llevar.

Y ella... también empezaba a hacerlo... 

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