El aire se había vuelto más denso desde aquella noche. Julieta despertó sola en la envuelta apenas por las mantas que Samuel le había puesto antes de salir al amanecer, como si necesitara huir de lo que acababa de vivir. En su pecho latía una mezcla de euforia y vacío ¿, como si el placer de la noche anterior viniera acompañado por la incertidumbre más aguda.
Esa mañana, Samuel no apareció en la academia. Julieta intentó convencerse de que quizás solo estaba ocupado, pero las miradas que intercambió con Sabrina al llegar lo decían todo: algo había cambiado.
Los días siguientes fueron tensos. Samuel evitaba cualquier acercamiento físico, se mostraba más frio en la clases y, aunque sus ojos la buscaban de reojo, no hacía el más mínimo esfuerzo por acercarse. Julieta, cansada de los juegos, se fue cerrando poco a poco.
- ¿Todo bien con el profesor Guerra? - le preguntó Andy un día, notando que su sonrisa ya no era la misma. Julieta le confeso todo lo que paso luego de que él la encontrara llorando en los camerinos. Había tenido un momento de colapso, se preguntaba ¿que paso? ¿porque cambio de repente?. Andy no dijo nada solo la abrazo y dejó que se desahogará.
- Perfectamente - mintió ella, tragándose el orgullo.
Y en medio del hielo, apareció Adrián.
Addrián con su carisma natural y su risa fácil, comenzo a acercarse a Julieta como si supiera exactamente en qué momento hacerlo. Coincidían en los ensayos, en las pausas, en los pasillos. El notaba el brillo que Julieta escondía y comenzó a provocarlo, lentamente . A veces solo con una broma, otros con una flor robada de algún jardín al pasar.
Samuel lo notaba todo.
Lo notaba desde el fondo del salón fingiendo revisar partituras. Lo notaba cuando Julieta reía más fuerte con él que con nadie. Y lo notaba cuando Adrián se acercó una tarde, sin titubeos y le dijo:
- ¿Te gustaría cantar en un evento fuera del país? Tengo contactos... prodríamos ir juntos.
La propuesta le hizo hervir la sangre a Samuel. Estaba dispuesto a hablr , a romper el hielo, a finalmente enfrentar lo que sentía... pero entonces apareció ella.
Mariana.
La exalumna. La cicatriz. La razón por la cuál había construido un muro entre él y cualquier emoción fuera del aula.
Mariana había regresado con una excusa débil: quería retomar clases, decía, pero lo que realmente buscaba era una segunda oportunidad con él. En el pasado, su cercanía con Samuel casi le cuesta el puesto al profesor Guerra. Ella lo había puesto en una situación complicada con la dirección cuando exigió protagonismo que no le correspondia, usando como excusa su cercanía con él. Y ahora, sin previo aviso, regresaba.
Samuel se sintió atrapado. Por un lado, Julieta parecía alejarse, más ahora que Adrián le ofrecía caminos mas seguros. Por otro Mariana comenzaba a llenar espacios con su falsa dulzura. Pero lo pero no era su regreso, sino que esta vez venía con información que podía perjudicar a Julieta. Mariana conocía las reglas del juego, y no iba a permitir que otra alumna ocupara el lugar que ella había soñado tener.
Julieta notaba el cambio, Samuel estaba irritable, desconcertado y esquivo. Hasta que una tarde, luego de clase, lo enfrentó.
- ¿Qué está pasando contigo? ¿Es por lo que paso entre nosotros? ¿te arrepientes? - Preguntó ella con el corazón temblando.
Samuel bajo la mirada. No respondió.
- ¿O es por ella? - dijo, con el veneno de los celos marcando cada palabra. Ese fue el punto de quiebre.
- Julieta... lo que pasó entre nosostros no debió pasar. Fue un error - dijo sin mirarla.
- ¿Un error? - pregunto dolilda - ¿Así lo vas a resumir?
-No lo digo porque no lo haya sentido. Lo digo porque yo... no debería haberme permitido cruzar esa línea contigo.
- Entonces no fue solo miedo- dijo ella, dando un paso al frente - Fue cobardía. Porque si hubieras querido pelear por esto, lo harías.
Samuel bajó la cabeza. No podía negar que ella tenía razón.
Y como si el universo necesitara volver aún más caótico todo, apareció ella. Mariana.
- Profesor Guerra que coincidencia, justo lo venía buscando - dijo con una voz dulce, como quien clava cuchillos con una sontisa.
Julieta la miró con atención. Era hermosa, segura, vestía siempre como si fuera el centro del escenario. Samuel se tensó al instante.
- Mariana, no creo que sea el momento - dijo Samuel.
- Ah... ¿interrumpo algo? - preguntó mirando de reojo a Julieta con una sonrisa falsa.
Julieta, que jamás había tolerado la hipocresía, simplemente dijo:
- Estabámos terminando una conversación. Pero quédate, seguro tienes más experiencia en eso de hablar con él a escondidas.
La tensión era tan espesa que se podía cortar con una uña.
Esa noche Samuel no volvió a escribirle. Ni a mirarla en clase. Estaba atrapado entre el pasado oque volvía a cobrar factura, y el presente que lo invitaba a tener valor. Mariana no dejaba de rondarlo, con la excusa de retomar su proyeco de participación en concursos de canto, como si los años no hubieran pasado. Como si nunca lo hubiera puesto en peligro, forzándolo a enfrentarse al director cuando las cosas con ellas se salieron de control.
Mientras tanto, Julieta intentaba no pensar en él... pero Adrián se esforzaba en quitarselo de la mente. Cada día le traía café, le cantaba una canción y una tarde, mientras practicaban dentro de la academia, le recordo de la propuesta de cantar fuera del país.
Julieta lo miró sorprendida. La propuesta era demasiado halagadora.
-¿Como amigos? - preguntó jugando.
- Como lo que quieras que seamos - respondió con una sonrisa.
Samuel vió el momento desde lejos. Desde la puerta del aula. Su pecho se comprimió, iba a acercarse a decir algo. Iba a intervenir. Iba a impedirlo.
Pero Mariana lo sujetó del brazo en ese instante.
- Tenemos que hablar del repertorio. Necesito que me acompañes a ensayar - dijo ella.
Y él... no la soltó.