Mariana había sido testigo de cómo la presencia de Julieta crecía dentro de la academia. Ya no era solo una alumna nueva. Ahora era la voz que muchos empezaban a notar, la que incluso había sido considerada para una gira internacional, y lo peor: la que Samuel, su amor imposible, no dejaba de mirar.
- ¿Hasta cuándo vas a seguir actuando como si no pasara nada, Adrían?- le soltó una tarde Mariana, con una sonrisa venenosa mientras lo observaba afinar su guitarra.
- ¿De qué hablas? - preguntó él, algo a la defensiva.
- De Julieta. Te estás haciendo el mártir, pero no eres tonto. Sabes que Samuel se está metiendo cada vez más con ella. ¿No te molesta? ¿No te arde?
Adrián bajó la mirada, cerrando el estuche de su instrumento con fuerza.
- YO... intenté olvidarla. Pero cada vez que canta... es como si todo regresara.
Mariana lo miró con ojos brillantes. Ahí estaba su oportunidad.
- Entonces deja de esperar y haz algo. Tal vez no podamos frenarlos si están solos allá afuera, pero aquí, d