Cap. 2.3

     Youlin nunca se había sentido tan limpia en su vida, el baño le sentó de maravilla, ¿después de cuánto?, ¿cuatro horas?, si, claro, después de haber pasado casi cuatro horas bañándose, las chicas no se acordaban de cuándo fue la última vez que habían tomado un baño así de agradable, así que decidieron disfrutarlo a sus anchas, ¿y la comida?, ni hablar, Youlin sintió la gloria en cada bocado, no más intentos arriesgados de probar una extraña comida preparada por Darién.

     Rosa y Renata se encargaron de arreglar sus cabellos después del baño, desde luego los peinados no quedaron de revista, pero se podían apreciar, un trenzado sencillo; aun el pequeño grupo no había sido entrevistado por quien mandaba en el lugar y fueron atendidos por Luciano y otras personas más que Luciano presentó al grupo.

     Por otra parte, las chicas no hallaron forma de cómo buscar o encontrar indicio alguno del sello, así que decidieron quedarse un poco más, a Darién no le gustó en lo más mínimo la idea, pero tenía que hacerlo, por la seguridad de las chicas y por la misión lo tenía que hacer, de todos modos lo aprovecharían de alistarse y equiparse con lo que pudieran, sobre todo descansar por el largo viaje que habían tenido.

     En más de una ocasión, tanto Darién como él joven Luciano se cruzaban de miradas, escrutándose, Renata no sabía si era debido a los intentos de conversación que el joven italiano le sacaba a ella, incluyendo invitaciones para mostrarle las instalaciones del Coliseo o era que de verdad el joven sospechaba del Nefilim, Renata tuvo en todas esas ocasiones que inventarse cualquier excusa o plática para desviar la atención y cortar la tensión que crecía entre ellos, y más cuando al Nefilim no le agradaba la forma en que miraba Luciano a Renata. ─ ¿Qué tienes? ─. Pregunta Renata al sentarse a su lado en un sitio apartado del resto, pudo ver que desde que llegaron Darién no paraba de tener su ceño fruncido. ─ Nada ─. Contestó secamente. ─ (leve risa), Nada y tienes la cara como una piedra… ─. Renata miró el plato de Darién, no había tocado un bocado. ─ …Y no has comido nada ─ No tengo hambre ─ Darién… cielo… ¿Qué tienes? ─ Tenemos que encontrar ese sello y salir de aquí, cuanto antes ─ Pero no podemos movernos, no por ahora ─ Lo sé ─.

     Darién siempre mantuvo su vista siempre al frente, nunca le dedicó una mirada, era como si viera a todos sus enemigos aglomerarse delante de él. ─ Darién. Cielo, mírame ─. El Nefilim la miró de soslayo, pero no con dureza; a pesar de ya estar tan familiarizados tan íntimamente, algo no dejaba de causarle impacto a Renata, y eran sus ojos azul-plata, esos ojos, de alguna manera se las arreglaban para dejarla prácticamente sin habla. ─ Solo relájate un poco, ¿quieres?, hazlo por mi ─ No me gusta estar entre bendecidos ─. Comenta Darién tensando los músculos de su mentón, apretando sus dientes. ─ ¿Lo dices por qué?, ¿Por Luciano?, ha sido lindo con nosotras. Por los momentos ─. Objetó con una ligera mueca, acomodándose el cabello, Darién frunce más el ceño al ver una sonrisa colarse en la comisura de los labios de Renata.

     ─ Ese en particular menos me agrada ─. Renata ladea la cabeza y sonríe con complicidad. ─ Darién, ¿Estás celoso? ─ ¿Celoso yo?, ¿De un bendecido?, (bufido), para nada, además es un novato ─ ¿Un novato? ─ Si fuera un bendecido experimentado se habría dado cuenta de quien soy realmente al apenas verme ─.

     Renata le sonríe con ternura, asintiendo ante la explicación, se acurruca aun más a su lado, los músculos de Darién se relajan al igual que su rostro al sentir su calor, su contacto, Renata comienza a jugar con un mechón de su cabello blanco. ─ A quien quiero es a ti, tontito ─. Le susurra al oído con una sonrisa juguetona, deja su barbilla descansar en el hombro del Nefilim permitiendo que sus ojos se inundaran del rostro de Darién, ambos se cruzan de miradas por un momento, y a pesar de que no lo dijo, Renata lo sintió, él también la quería, y aunque tampoco lo admitiría delante de ella, si estaba celoso.

     Darién la abraza con ternura y le da un beso en la coronilla, con mucho cuidado se levanta con la intención de salir a dar una vuelta. ─ ¿A dónde vas? ─ De paseo ─ Darién, por favor, no vayas a…─ Tranquila, Rena, no causaré problemas, lo prometo ─. Contesta con una sonrisa perezosa, pero a pesar de que Darién se lo aseguró, a Renata no le convencía mucho, por lo tanto, ella salió con él tomándole de la mano, quería asegurarse que de verdad no se metiera en problemas.

     Por otra parte Youlin y Rosa caminaban explorando el lugar con la excusa de estar paseando, Rosa empuja a Youlin hacia un rincón del campo de batalla del coliseo, escondiéndose entre unas paredes con la excusa de estar cuchicheando cosas de chicas, unos guardias pasan a su lado echando un vistazo a las dos muchachas que se veían muy entretenidas en una especie de lectura, Youlin levanta un poco la mirada y se da cuenta de que uno de los guardias aun la estaba mirado, le ofrece una sonrisa y éste se la devolvió y prosiguió su camino, cuando los guardias ya estuvieron lo suficientemente lejos, Rosa comenta acerca del punto exacto del sello en cuestión, Youlin saca su brújula con mucho cuidado mirando a todas direcciones, ésta daba vueltas como loca. ─ He estado caminando y viendo el mapa, pero ésta condenada cosa parece que se jodió, siempre está dando vueltas ─. Comenta Youlin dando unos golpecitos al cristal.

     ─ ¿Qué hacen chicas? ─. La pregunta les causó un susto mortal, drenando de sus caras todo color. ─ Luciano ─. Dijo Rosa tratando de calmar su corazón sonriendo algo apenada. ─ Nos asustaste ─.

     Youlin se acomoda su cabello en una cola agregando una sonrisa casual, pero fue Rosa quien contestó la pregunta con la intención de lo que sea que estuvieran haciendo no fuera nada de real importancia, solo perder el tiempo. ─ No estamos haciendo nada, solo leyendo éste tonto diario ─ ¿Un diario?, ¿De quién? ─ He… lo encontramos por allí ─. Contestó Rosa antes de que Youlin abriera la boca. ─ Parece antiguo, ¿Puedo verlo? ─ He… no, son cosas de chicas y es privado ─. Respondió Rosa levantando un dedo para enfatizar su punto. ─ Pero si lo encontraron por allí no creo que al dueño o la dueña le importe ahora ─ ¿Qué hacías en la alcantarilla? ─. Pregunta Youlin para desviar la atención de Luciano del diario de Lenaya. ─ Entrenaba ─. Respondió con un simple encogimiento de hombros, como si no fuera la gran cosa. ─ ¿Tu solo?, eres muy valiente al exponerte ante tanto peligro─. Ronroneó Rosa recorriéndolo con la mirada de arriba a abajo, a Luciano se le subieron los colores al rostro ante el elogio de Rosa.

     ─ Tu gente te debe respetar mucho ─. Agregó Youlin con una sonrisa cómplice, ¿eran ideas de Luciano o ambas estaban flirteando?, el bendecido adoptó una pose heroica, pasando una mano por su cabello, ambas se miran a las caras conteniendo la risa. ─ Y díganme señoritas, ¿Qué es eso que están buscando?, parece muy importante ─ Eh… estamos buscando a la familia de mi cuñado ─. Luciano frunce el ceño ladeando la cabeza, algo confundido, en realidad no era mentira, era un Nefilim como Darién. ─ ¿Tu cuñado? ─ Si, el novio de mi hermana, ¿Lo recuerdas?, el chico alto, el maestro de espadas ─ Ah ese, el amargado prepotente… ¿Es el novio de tu hermana? ─ Si ese mismo, el amargado prepotente ─. Contestó Youlin con una amplia sonrisa, al menos congeniaron en algo y por fin desviaron su atención del diario, ¡bien!.

     ─ Y dime Luciano… ¿Tienes novia? ─. En la pregunta formulada por Youlin se colaba la picardía entre sus palabras, el color se le subió otra vez a las mejillas del chico resaltando sus pecas, Rosa y Youlin se dieron cuenta de que el chico era un nuevo en cosas de chicas, pero dada la situación ellas sabían que Luciano no podía mentir.

     Al no tener una respuesta en concreto, solo balbuceos, Luciano es salvado por el llamado de un superior, éste le ordena retirarse y ayudar con las provisiones, en su voz se podía sentir la determinación y los años de experiencia comandando, las chicas parpadean perplejas por aquel hombre alto y bien fornido, éste aclara con una voz profunda y amable. ─ Luciano es un buen muchacho, tiene futuro ─. Se quedó algo pensativo viendo a las chicas solo por un latido. ─ Soy Bruno, ustedes deben ser las chicas que encontró Luciano en las alcantarillas ─ Si señor, soy Rosa y ella es Youlin ─.

     Bruno escrutó a las chicas en silencio por un segundo. ─ Pero se me informó que otras dos personas estaban con ustedes ─ Si, la gemela de ella y el novio ─ ¿El novio? ─ Si─. Contestó Rosa arrastrando la palabra tentativamente, la cosa ya se estaba yendo por caminos torcidos, ambas se miran a las caras, y para tratar de encaminar la situación y evitar preguntas sobre Darién, Youlin cambia de tema. ─ Usted habla muy bien el español señor…─ Bruno ─ ¿Les enseña a sus hombres? ─ No, digamos que mis muchachos son algo… especiales, han sido bendecidos por el don de hablar en…“lenguas” ─. Las chicas asienten en compresión. ─ Y… ¿Qué me pueden contar de éste tal novio? ─ Se llama… ─ Dorian, se llama Dorian ─. Interrumpe Rosa a tiempo, Youlin volvió a cruzar miradas con Rosa. ─ ¿Dónde puedo encontrarlo? ─ ¿Me buscaban? ─.

     Darién había hecho acto de presencia con lentes oscuros y con Renata a su lado tomados de la mano, Bruno se gira con una mirada de soslayo para conocer por fin a Darién, y dándole la espalda a las chicas, por fin confronta al Nefilim, escrutándolo de hito en hito; Rosa y Youlin se tensan haciéndole señas con sus ojos abiertos como platos a Renata para que se lo llevara lejos, ésta ladea la cabeza al no entender el mensaje. ─ ¿Les pasa algo chicas? ─. La pregunta de Renata hizo que todos posaran los ojos sobre ellas, Rosa y Youlin comienzan a dar excusas baratas de tener una basura en el ojo, dolor de cuello o cansancio, después de que ni Bruno ni Darién le prestaban atención, no la fulminaron con la mirada, la descuartizaron y la lanzaron a los cocodrilos. ─ Tu debes ser Dorian ─.

     Darién, antes de responder, escrutó a Rosa y a Youlin en un segundo, ambas desvían la mirada disimulando estar distraídas, Renata enarca una delineada ceja, ahora si que estaba confundida. ─ Si, soy Dorian ─. Bruno lo escruta de hito en hito nuevamente frotándose la barbilla. ─ Pareces un muchacho bastante fuerte, ¿Por qué no vienes conmigo?, nos vendría bien unas manos fuertes como las tuyas ─. Darién le da una mirada a Renata, como en espera de su aprobación, en cambio Renata le aprieta la mano dulcemente. ─ ¿Qué tengo que hacer? ─ Ven conmigo, en el camino te lo explico ─.

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