Cap. 2.2

     ─ Si te paras así para pelear, declárate muerta ─ Pero así lo vi en una película ─ Esos idiotas no saben lo que hacen, solo idioteces y exhibicionismo, párate como te enseñé ─. Renata cambia su postura, una postura básica, su mano izquierda tendida hacia el frente con la mano abierta y relajada, el sable a la altura de su cadera, un pie delante del otro, sus rodillas ligeramente flexionadas y firmes, Darién se colocó delante de ella con espada en mano. ─ ¿Preparada? ─. Renata asiente. Luego otro recuerdo se coló en su mente. ─ Solo ten en cuenta Rena, los enemigos no avisan, así que tienes que estar preparada y atenta en todo momento ─. Por un segundó pensó. ─ ¿Desde cuándo pasé de ser una simple peluquera a una guerrera? ─. Escuchando aquella aterradora batalla no le importaba tanto esa pregunta, ya no; solo podía sentir aquellas cosas volar y morir bajo el asedio de Darién.

    

     Solo quedó un poseído y Darién aparece delante de aquel ser con una sonrisa sádica, llena de diversión y sed de muerte, Renata vuelve asomarse al no escuchar más la matanza, solo podía ver la espalda de Darién blandiendo su espada, girándola con maestría, su corazón martilleaba a millón por segundo al ver como su Nefilim se hallaba parado delante de su adversario, se veía como en las películas, pudo jurar que hasta mejor, gallardo, sagaz, valiente. Poderoso.

     El poseído se mantuvo impasible, quieto, como esperando el momento oportuno para atacar. ─ Nefilim ─. Dijo el poseído con seca y áspera voz, como si nunca hubiera tomado agua, Darién ladea su cabeza, el poseído ataca sacando un gran cuchillo de carnicero, Renata lo vio claro, conocía ese tipo de ataque y sabía cómo esquivarlo, solo un ataque frontal blandiendo el cuchillo con la idea de balancear el golpe desde su hombro izquierdo hacia fuera, pero Darién no se movió, solo que cuando llegó el momento, Darién dio un paso atrás, evitando la estocada, cambió de posición su espada avanzó y golpeó con su empuñadura, haciendo que el poseído se tambaleara, éste comenzó arremeter con todo, pero Darién solo danzaba con él, por un segundo Renata lo vio sonreír, ¿tan fuerte era?

                                                                                    

     El poseído repara en la presencia de Renata y corre hacia ella, Darién maldice por lo bajo, solo que el arremeter del poseído le dio oportunidad de dar únicamente tres pasos, una flecha había atravesado su cráneo, Darién frunce el ceño, furioso, mirando en dirección por donde había provenido la flecha, ¿Quién osaba interrumpir su pelea?, de entre las sombras de aquel túnel, apareció un joven de cabello rojo y ojos verdes, de piel blanca, portando una ballesta de fabricación casera, muy rudimentaria, pero eficaz, la contextura de aquel joven no mostraba ser muy fornido, pero si algo atlético, por un segundo a Darién le recordó a Sebas, pero para Youlin le pareció encantador.

     ─ ¿Quién eres? ─. Pregunta el joven sin dejar de apuntar, Darién esboza una sonrisa irónica. ─ ¿Me hablas a mí? ─. Esa sonrisa disparó una alarma en Rosa, esa sonrisa prometía una muerte segura al joven pelirrojo. ─ Se nota que no eres un simple guerrero, ¿Quién eres? ─. Volvió a preguntar el joven. ─ Gracias por salvarnos ─. Interrumpe una voz, había sido Rosa, Darién deja la mirada en blanco suspirando profundamente, les había dejado en claro que debían mantenerse ocultas. ─ Escapábamos de esas cosas y gracias al cielo que apareciste ─. Darién la fulmina con la mirada, no era gracias al cielo, ni a nadie, ¡era a él!, ¡gracias a él!

     ─ Me llamo Youlin, ellos son mis amigos, Rosa, Renata y el gran guerrero se llama… ─ Dorian, se llama Dorian ─. Interrumpe Rosa a tiempo acercándose a pasos apresurados, Youlin lanza una mirada inquisitiva. ─ … Y es… maestro de espadas, por eso es tan bueno ─. Aclaró Rosa, el joven entorna la mirada sobre Darién. ─ Tienes buena puntería, ¿Cómo te llamas? ─. Pregunta Rosa desviando la atención del joven. ─ Luciano ─ Hablas bien español ─. Elogió Rosa. ─ ¿Qué los trae por aquí? ─ Como te dijo mi amiga, escapábamos, y entre la carrera y el susto terminamos aquí ─. Aclaró Youlin. ─ Y… ¿De quién escapaban? ─ De lo que acabas de matar ─. Contesta Rosa mirando al cuerpo, haciendo un mohín. ─ Si están buscando refugio, llegaron al lugar correcto ─.

     ¿Lugar correcto?, ¿una alcantarilla?, eso sí lo cuestionaba Youlin enarcando una delicada ceja, el joven baja el arma, colocándosela en el hombro, dedicando una mirada inquisitiva sobre Darién, algo no encajaba en él y Luciano lo sentía, Sin darles tantas vueltas al asunto, les ofrece una sonrisa cálida, dándoles la bienvenida, a Darién no le gustó en lo más mínimo el hecho de que posara sus ojos en Renata, sonriéndole aún más, mostrando sus dientes blancos, dientes que quería sacar Darién de la boca del joven de un puñetazo, y ¿Qué es eso de estrechar su mano?, no es que dudara de Renata, él había visto y hecho relaciones sociales antes de muchas maneras, pero Esa en particular no le gustó, esa sensación en particular le hizo revolver el estómago al Nefilim, haciendo que su pecho ardiera, pero de rabia, tensando los músculos de su mentón y apretando las manos en puños.

Darién estuvo a punto de contrariar la invitación, en ese instante Renata toma de su mano, apretándola fuertemente, ofreciéndole una mirada de que debían aceptar tal oferta, era la oportunidad que andaban buscando. ─ ¿Vienes del coliseo? ─. Pregunta Renata prendiéndose del brazo de Darién, Luciano asiente. ─ Vengan conmigo ─. I***a el joven con un gesto de su mano, invitando a que lo siguieran. ─ Tendrán algo de comida y podrán tomar un buen baño ─.

     Baño, esa palabra resonó casi como un milagro para los oídos de Youlin y obviamente para Rosa y Renata, sus cabellos estaban hecho un desastre, sin contar la ropa, debían apestar a mil infiernos, y eso que solo pasaron un par de minutos en las alcantarillas o tal vez fueron horas.

     Llegaron al coliseo subiendo por unas escalerillas rudimentarias a base de maderas y trozos de fierro que comunicaban con la parte interna de uno de los baños, una puerta improvisada y bien custodiada, creada por los poseídos en una noche de ataques, ahora ellos la usaban para caminar por las calles sin mucho revuelo, en busca de provisiones y armas, pero sobre todo para entrenar y explorar.

     ─ Estamos esperando refuerzos del vaticano, pero se niegan a enviar tropas por nosotros, solos nos dicen que debemos aguantar ─. Explica Luciano mientras le ofrecía una mano para salir de aquel túnel a Rosa, luego sale Darién sin aceptar la ayuda de Luciano, éste levanta las cejas por haber sido rechazado sin mediar palabras, se encoge de hombros restándole importancia, solo quería ser cortés, para cuando éste le iba a ofrecer una mano a Renata con una gran sonrisa, Darién se interpone ofreciendo la suya, enseguida Renata entendió sonriendo con travesura, ser un blanco de los celos hacía ver al Nefilim tiernamente… territorial.

     Una mano totalmente asquerosa se extiende en espera de un gesto caballeroso, el joven Luciano frunce el ceño y la nariz por tan asqueroso aspecto de aquella mano. ─ ¿Qué te pasó?─. Pregunta Luciano. ─ Me caí… (Youlin sonríe), ¿Me ayudas? ─.

     Sin más remedio, Luciano accede ante la petición de Youlin, tendiendo su mano, el sonido pegajoso de su mano le hizo revolver el estómago, sin contar el aroma que desprendía, minutos después Luciano le explica el cómo estaba distribuido el coliseo mientras se frotaba la mano con un trozo de trapo, los refugiados se encontraban en las partes superiores, mientras que en cada nivel se encontraban postrados doce guardias, lo que debía ser el campo de batalla o la arena habían más guardias distribuyendo comida, agua y atendiendo a algunos heridos, Luciano les indica donde se encontraba el baño, mientras le daba órdenes a una mujer en buscarles algo de ropa, Renata pudo ver que Darién era mucho más alto que Luciano, mucho, mucho más alto.

     ─ Dentro de una hora se servirá la comida ─. Seguía explicando Luciano, Youlin no perdía detalle de cada palabra del joven mientras que Rosa, Renata y Darién escrutaban el lugar en silencio. ─ ¿Quién dirige éste lugar? ─. Pregunta Darién secamente, el joven ensombrece la mirada. ─ Tu… me resultas… ─. Señalaba el joven entornando los ojos sobre Darién. ─ Disculpa, Luciano, pero no podemos quedarnos mucho tiempo ─. Interviene Renata nuevamente desviando la atención de Luciano con una radiante sonrisa llena de disculpas. ─ ¿Por qué? ─ Es… complicado, de verdad no queremos ofender tu hospitalidad, que por cierto has sido muy lindo y todo, pero no podemos quedarnos mucho tiempo ─.

Sus oídos debían estar fallando o haberse tapado con tanta m****a de las alcantarillas. ─ ¿Has sido muy lindo? ─. Darién se tensa ante ese comentario. ─ Pero por lo menos pueden quedarse ésta noche, a éstas horas las calles son muy peligrosas ─. Los cuatro se quedaron mirando a las caras, considerando tal oferta, las chicas asienten sin problemas y el Nefilim se cruza de brazos, el sol comenzaba a dar indicios de su agonía en un atardecer sombrío y la noche prometía ser bien oscura.

     En casa, José no podía conciliar el sueño, en su mente viajaba por toda la ciudad, cuantas cosas maravillosas había visto, las edificaciones antiguas con la actualidad dentro, gente que caminaba como en cualquier otra ciudad, claro, algunos lo miraban con desaprobación por ser un bendecido, otros con indiferencia y otros amistosamente por haber sido parte importante en el regresar del cuerpo de Lenaya, pero en lo que más le llamó la atención fue el compartir con una demonio, ¡una demonio!, y no una simple demonio, era la consejera real de la que una vez fue su mejor amiga y ahora reina, no la odiaba, en lo absoluto, solo algo incómodo ya que antes no se necesitaba de una invitación para tener una audiencia con ella, pero no dejaba de ser su amiga.

     Mira a un lado, hacia de la mesita de noche, su teléfono celular, José sonríe ante el eufemismo en vivir en un mundo antiguo con accesorios del presente, un mensaje interrumpe su meditar, toma el celular, su sonrisa se amplía adornando más su rostro, era Caroline. ─ *¿estás despierto?* ─. José mira la hora, tres y veintisiete de la madrugada, ¿madrugada?, ¡bah!, si la conversación era con Caroline la hora no importaba para nada, debajo de la tierra todo era igual con respecto al día y la noche, ¿Cuánto tiempo había pasado sumergido en sus pensamientos y no se dio cuenta?, desechando la interrogante debajo de la alfombra de su cerebro, comienza a teclear en su móvil táctil. ─ No ─. Contesta José enviando un icono gestual de una carita feliz, no pasó mucho tiempo en recibir su respuesta. ─ *Y si estás dormido, ¿Cómo es que estás respondiendo?* ─.

     Y a partir de allí se entabló otra conversación durante el resto de la noche-día, nunca había hablado tanto de tantas cosas con alguien que no fuera Rosa, Renata, Harley o Sebas. Un sentimiento de nostalgia cruza su pecho, Sebas, su mejor amigo y ahora desterrado, su sonrisa desaparece, no podía creer que su mejor amigo hubiera querido matar a una amiga de tantos años, su fanatismo lo había cegado por completo, cosa que él no estaba de acuerdo, cosa en la que él no compartía y cosa que a él no le habían enseñado como bendecido, o tal vez si, solo que no estaba de acuerdo.

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