151. Besos con veneno.
Me muevo entre las ruinas del palacio como si cada piedra ardida aún respirara, como si cada sombra esperara el momento de hundirme los dientes, y sin embargo camino con la frente erguida porque no puedo darles el espectáculo de verme derrotada, y porque en la penumbra sé que hay ojos que me siguen, ojos que esperan mi caída, ojos que me desean con el mismo ardor con que me odian.
Él me espera en mis aposentos, o lo que queda de ellos, porque las paredes negras por el humo ya no guardan secretos, y el lecho de seda ha sido reemplazado por telas deshilachadas que aún conservan mi perfume mezclado con la ceniza. Cuando entro, está allí sentado, con el torso desnudo, los músculos tensos como un depredador que finge calma, y una sonrisa que no es más que un filo escondido.
—Lyara… —su voz arrastra mi nombre como si saboreara cada letra—. No sabes cuánto te he extrañado.
Lo observo con lentitud, dejo que mis ojos se deslicen por su piel marcada, por la curva de su cuello hasta los labios q