Capítulo 103

Me quedé un rato más al lado de Ana. Su voz, aunque débil, tenía la fuerza de alguien que había decidido no rendirse. Hablaba de planes sencillos, como si fueran tesoros: volver a trabajar, recuperar un poco de independencia, poder caminar sola hasta el parque sin miedo. La escuchaba con atención, y dentro de mí se encendía una chispa pequeña, apenas perceptible, pero que me recordaba que la vida, incluso en la ruina, podía tener sentido.

Cuando llegó la enfermera para hacerle una revisión, me puse de pie. Ana tomó mi mano con suavidad, apretándola con esa fragilidad que tienen los que han tocado la muerte de cerca.

—¿Volverás? —me preguntó con ojos que parecían los de una niña necesitada de seguridad.

—Claro que sí —respondí sin titubear—. Voy a visitarte pronto, lo prometo.

Su sonrisa fue tan luminosa que sentí un nudo en la garganta. Era extraño cómo alguien que lo había perdido todo podía regalar tanta luz. Me despedí con un gesto leve de la cabeza y salí de la h
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