Capítulo 53
Otro lobo de ojos grises
A la mañana siguiente, Eira despertó lentamente, como si emergiera desde el fondo de un sueño pesado, por un momento, no sabía dónde estaba. Parpadeó varias veces, confundida, la cama era demasiado suave, las sábanas olían a lavanda y a algo más… ¿a bosque? Su respiración se tornó más lenta mientras miraba a su alrededor.
La habitación era amplia, decorada con elegancia y sobriedad. Las paredes estaban recubiertas de madera pulida y oscura, y un espejo grande con marco dorado colgaba frente a la cama. Sobre una cómoda de roble reposaban algunos frascos de perfume, velas sin encender y un reloj antiguo. Todo parecía sacado de un hotel de lujo o de una casa noble.
—¿Dónde estoy? —murmuró con la voz todavía áspera del sueño.
Desde un rincón de la habitación, Luna, estiró sus patas delanteras con elegancia felina y, tras un largo bostezo, le respondió:
—Minhos está en otra habitación —dijo sin más, como si aquello explicara todo.
Eira parpadeó nuevament