Capítulo 46
Muéstrame lo que sabes hacer.
—¿Cómo te diste cuenta? —preguntó Eira mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano herida, aún con la respiración entrecortada.
—Me gusta encontrar respuestas después de observar y analizar —respondió Minhos con calma, sin desviar la mirada.
Eira se mantuvo de pie, en silencio por unos segundos. Luego asintió con lentitud.
—Está bien… te contaré. Incluso si tengo que hablar de mi infancia.
Minhos no dijo nada. Solo se cruzó de brazos, permitiéndole ese espacio que hasta ahora no había concedido.
—Tengo esta maldición desde que tengo memoria —empezó ella, con voz baja, sin adornos—. Nunca conocí a mis padres. Desde que tengo uso de razón, me cuidaban en la mansión algunas amas de llaves o cocineras. Nadie me tocaba… nadie se atrevía.
Sus ojos se nublaron con los recuerdos.
—No me pasa nada si manipulo objetos, si cocino, si limpio… pero si alguien me toca… si su piel roza la mía… el hechizo se activa. Las personas empezaron a inventa