Capítulo 96
—¿Qué estás haciendo? —exclamó Sonia sorprendida, comenzando a forcejear con toda su fuerza—. ¡Suéltame! ¡Andrés, déjame ir ahora mismo!

Sus piernas pataleaban con tanta fuerza que perdió uno de sus zapatos de tacón, el cual cayó silenciosamente sobre la alfombrada del pasillo del hotel sin hacer ruido alguno.

Al llegar al elevador, él la bajó pero inmediatamente la acorraló en una esquina. Cuando intentó escapar, él sujetó su mentón y la besó bruscamente, sin darle oportunidad de dudar o resistirse, su lengua invadiendo su boca al instante.

El beso voraz la dejó sin aliento. Con sus manos inmovilizadas, ni siquiera podía apartarlo. La rodilla de Andrés se presionó entre sus piernas, abriéndose paso bajo su vestido. Él conocía su cuerpo mejor que nadie, y sus movimientos casi violentos la hacían sentir como un pez en la tabla de cortar, observando impotente cómo el cuchillo descendía para desollarla.

Lo que la humillaba aún más era que su cuerpo reaccionaba a sus caricias. Un temblor l
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