—Samantha—
Me gusta ver sus fracciones suavizadas, no entiendo por qué siempre tiene esa cara de mil demonios, si supiera lo tierno que se ve cuando sonríe, y se forma ese hermoso hoyuelo en su mejilla izquierda, aunque sea por breves momentos vale la pena mirarlo un poco más…, siendo él.
No conozco su pasado o lo que guarda en sí, al final no es que me importé mucho, solamente quería esto y lo tuve.
Lo miro a la cara detallando sus ojos oscuros, esas cejas gruesas que lo hacen ver tan misterioso y sus largas pestañas, pensé que solo los Gerber tenían esa bendición, pero ya veo que no, su cabello lo mantiene cortado muy bajo, me lo imagino estando más largo, y me mojo por completo, que hombre. Sus labios recorren mi cuerpo dejando suaves mordidas, y me retuerzo en la cama, quiero sus labios, joder.
La música sigue escuchándose fuerte y ruego que nadie entre, lleva mi pezón a sus labios y su mano se cuela entre mis piernas, una presión gigante se acumula en segundos, cuando su dedo ent