Sofía se miró en el espejo de su habitación en la casa de campo de los Vanderbilt, ajustando el suéter de cachemira color crema que había elegido cuidadosamente. Los jeans oscuros y las botas altas completaban el look—casual pero estudiado, el tipo de atuendo que le recordaba a Stefan las tardes de otoño que habían pasado juntos.
Su teléfono vibró con un mensaje de su contacto en la mansión Vanderbilt. Roberto, el nuevo asistente de jardinería que había empezado a trabajar hacía ocho meses y que había resultado ser sorprendentemente susceptible a sus sonrisas y atenciones ocasionales.
"El señor Stefan está en su estudio privado. Solo. Los señores Alexander y Victoria salieron a una cena. Los señores Richard y Catherine están en sus habitaciones. Tiene tiempo."
Sofía sonrió a su reflejo. Perfecto.
Había pasado dos días observando desde la distancia, esperando, planeando. Dos días sintiéndose cada vez más insegura sobre dónde estaba parada con Stefan. Desde que había dejado de vivir en