El tiempo se detuvo en ese pasillo estrecho.
Sus labios estaban a milímetros de los de ella, rozando apenas la comisura de su boca con suavidad que contrastaba violentamente con todo lo que había sido Stefan hasta ahora.
Luciana sintió que su respiración se entrecortaba, su corazón latiendo tan fuerte que estaba segura de que él podía escucharlo.
—Stefan... —Su voz salió ronca, casi irreconocible.
—¿Qué? —Stefan susurró contra su piel, sus labios moviéndose a su mejilla, dejando un rastro de fuego.
Luciana abrió la boca, las palabras formándose en su mente.
Detente. Aléjate. Esto está mal.
Pero en algún lugar profundo, en un rincón oscuro que no quería examinar demasiado de cerca, una parte de ella quería...
Quería que la besara. Quería saber si ese beso sería tan devastador como prometía ser.
Stefan interpretó su silencio como invitación. Su mano se deslizó de la pared a su cintura, sus dedos presionando suavemente contra la tela de su vestido.
Se inclinó más, sus labios rozando la e