El auto de se detuvo frente a las puertas de la mansión Vanderbilt exactamente a las nueve, su puntualidad habitual manteniéndose. El conductor abrió la puerta con reverencia profesional, y Luciana salió proyectando la confianza que necesitaba sentir.
Jackson abrió la puerta principal antes de que ella pudiera tocar el timbre, su expresión neutral, pero con algo en sus ojos que sugería que sabía que esta no era reunión ordinaria.
—Buenos días, señorita Sterling. —Dijo con cortesía impecable—. El señor Richard la está esperando en su estudio. El señor Stefan llegó hace veinte minutos.
—Gracias, Jackson. —Luciana respondió, con voz segura..
Mientras subía las escaleras hacia el estudio de Richard, Luciana podía sentir el peso de la carpeta en su bolso. Pensó en Stefan con esa sonrisa confiada que usaba cuando pensaba que había ganado, no tenía idea de que en minutos su mundo se desmoronaría completamente, y que nunca podría reconstruirlo de la misma forma.
Llegó a la puerta del estudio