— Me parece extraño,no dejo de pensar en el cambio de opinión del gerente. Selene organizaba la habitación, rodeada de juguetes y conversaba animadamente con su amiga Fiorella.— Después de todo lo que me has contado,hay algo que no me cuadra,pero tenemos la solución a nuestros problemas.— Así que, ¿estás segura de que este préstamo es lo que necesitamos? —preguntó Selene, aunque sabía que en el fondo, hacía tiempo había decidido dar ese paso.— ¡Por supuesto! —exclamó Fiorella, con una energía contagiosa—. Aunque venga del diablo, puede ser tu salvación. Imagina un local más grande, con más espacio para los niños, para trabajar tranquila sin desatenderlos … podrías tener todo lo que siempre has querido.Selene cruzó los brazos, un gesto que delataba su indecisión. Había soñado durante meses con una vida diferente.Alejarse más de Ares y de la mafia que una vez habían determinado su vida.Sabía que el capital que había recibido podría abrirle las puertas a un futuro mejor.Ares se e
Ares observó con frialdad al informante que se encontraba frente a él. Tiberio era un simple hombre, de mirada nerviosa y manos temblorosas.En ese momento para Ares, representaba el único hilo que lo podía conducir hacia su objetivo: el misterioso capo que amenazaba la seguridad de su familia.— Creo que no me entendiste —dijo Ares, enfatizando cada palabra, su voz era una mezcla de dureza y determinación—. Te ordené que me lo entregues en bandeja de plata.El informante, tragó saliva y se aclaró la garganta como si le pesara la lengua.— No es fácil. Ni yo mismo le he visto el rostro al capo —exclamó, sus ojos buscaron desesperadamente algo de comprensión en aquel semblante inquebrantable—. Solo recibo órdenes del segundo a cargo, y ese hombre es tan despiadado que mataría a su propia madre.Ares sintió cómo la ira comenzaba a burbujear en su interior. Sabía que cada segundo contaba; la vida de Selene y sus hijos dependía de él. Sacó su arma y apuntó directamente a la cabeza de Ti
— Jefe, no pude traerlos de vuelta. Un auto las perseguía y… —la voz de Alessandro se quebró, sus ojos reflejaban impotencia.Estaba intentando justificar su fallida misión, pero en su mirada había una mezcla de miedo y culpa.Ares interrumpió, con rabia y angustia en sus venas. — ¿Qué le sucedió a mi mujer y a mis hijos? Sus palabras fueron como un disparo en medio de la tensión causada por las últimas horas de caos. Alessandro tragó saliva al ver la tormenta que se avecinaba,recordó con angustia la última vez que le falló al patrón. — Ellas huyeron con los pequeños. No se llevaron nada del restaurante ni de la casa.Yo me enfrenté a los sicarios que las perseguían.Las explicaciones no eran suficientes,el rostro de Ares se tornaba tenso.Cuando dio la orden a sus hombres: — ¡Busquen cada rincón, cada casa del barrio! Necesito encontrarlas. ¡Ahora!El movimiento fue instantáneo; los hombres salieron disparados, pero el lugar donde habían tenido su refugio estaba vacío. El dueño de
Selene y Fiorella se despidieron apresuradamente del sacerdote.Sabiendo que no era seguro acompañarlo a la parroquia le entregaron un billete como pago al taxista que lo llevaría a repartir almuerzos a las personas del barrio.Selene revisó su cartera y se apresuró a darle al sacerdote una pequeña cantidad de dinero.— Es un aporte de nuestra parte —dijo Selene, forzando una sonrisa que apenas ocultaba el temor en sus ojos.— Padre, cualquier necesidad que se le presente, usted no dude en llamar a este número —agregó Fiorella, extendiendo temblorosamente una tarjeta de presentación, consciente de las miradas incisivas que podrían acecharlas.El sacerdote las observó con preocupación, arrugando lentamente el papel en su mano. Había un brillo en sus ojos, un destello de advertencia. Él conocía los riesgos, y las palabras que no decía pesaban más que las que había pronunciado.— Gracias, tienen ustedes un gran corazón —murmuró con suavidad.Sin embargo, su mente estaba consumida por la
Ares carraspeó intentando pasar el nudo en su garganta. Su experiencia le decía que no era una invitación del todo amistosa. Recordó las amenazas discretas que había recibido de ese fulano cuya identidad aún se mantenía en las sombras.Ese enigmático personaje pretendía manipular los hilos de su vida.—Bueno, si este hombre cree que después de tratar de infundir pánico se convertirá en mi socio, está muy equivocado —dijo a sus escoltas, un rayo de determinación iluminaba su mente confusa—. Vamos a hacerle creer que bailamos al son que nos toque.Las letras doradas de la tarjeta de invitación al banquete brillaban en la superficie de su escritorio, como un recordatorio constante de la realidad que se avecinaba.Era un evento de la mafia, lleno de peligros de los que él sabía bien cómo sortear, pero este era diferente; lo sentía en los huesos.El día de la reunión llegó.En ese despacho oscuro, la atmósfera estaba cargada de tensión.El enemigo oculto se encontraba sentado en su escrito
Por algo se dice que la curiosidad mató al gato y que es mejor no buscar lo que no se ha perdido. Ares se pasó la noche en vela tratando de hacer memoria de sus enemigos del pasado.Por más que se esforzaba no podía asociar a ninguno con el Lince.Tomó una humeante taza de té y se quedó absorto en sus pensamientos.—¡Carajo!,ahora si que parezco una vieja chismosa,indagando en la vida del puto Lince.—¡Me dijo algo señor!Alessandro lo miró con preocupación.—Quiero que me mandes a investigar al Lince,quiero saber:Qué come,a qué hora fue al baño y cuál es su escondrijo.El escolta asintió y salió de inmediato a dar la orden a su gente.Dos días después la furia de Ares estalló al oír los reportes de su encargo.—¡Son unos ineptos!,¿cómo es posible que el trabajo les quedó grande?Los escoltas agacharon la cabeza avergonzados ante la falta de información.—Señor,nadie sabe nada de ese hombre,nunca se le ha visto la cara,todos los negocios los hace por intermediarios.Ares volcó con f
En una tarde que parecía tranquila,la rutina en la mansión Balmore se vio interrumpida por uno de los escoltas.El hombre había visto a una mujer pegada al portón eléctrico de la entrada.La dama estaba vestida con unos jeans ajustados y tenía puestos unos lentes oscuros.Cuando se percató de que su presencia había sido descubierta se echó a correr.—¡Alto mujer!,¡Detengan a esa tipa,es una espía.Ares, que había regresado del cementerio con el ánimo caído, había dispuesto no tratar nada de trabajo ese día.Se dedicaba a leer un libro,al percatarse a los lejos de toda la maniobra para capturar a la intrusa dejó caer el libro en el suelo y salió a la entrada. —¡No vayan a disparar!,puede ser Selene. Una ilusión le embargaba en ese momento,llegó a pensar que quizás ella lo había pensado mejor y deseaba volver a su lado.—No entiendo,¿Por qué vino sola?Sin pensarlo dos veces se subió a su auto para recorrer la zona.“Con suerte la consigo por acá,tal vez se asustó o cambió de opinión.
Por la mañana Ares salió a trotar;era su rutina favorita para calmar sus pensamientos. Deseaba con todo su corazón buscar a Selene,más sabía que no debía hacerlo.No se necesitaba ser muy inteligente para saber que todos sus movimientos eran monitoreados por el Lince. Ares no se esmeró en ocultar la mala voluntad que le tenía al nuevo socio. Su duda interna era saber si era el único en ese círculo mafioso que detestaba al fulano.Su celular sonó y atendió de inmediato,la voz autoritaria del otro lado le revolvió el estómago.— Ares,sé que no soy santo de su devoción,pero debemos trabajar juntos porque nos necesitamos….— Vaya,vaya.Debe ser usted el fulano Lince,yo no necesito de nadie y si quiere trabajar en mi organización debe dar la cara.Un silencio incómodo se instaló del otro lado de la línea telefónica.El Lince carraspeó y finalmente le dijo lo que Ares quería escuchar.— No comas ansias,pronto te daré una linda sorpresa.— ¿Me está amenazando?Antes de que Ares dijera algo