Capitulo 1

Jake Polters, es la estrella del momento en el fútbol español y conocido por su talento con el balón a nivel mundial. Con tan solo 26 años ya está en la cúspide de su carrera como jugador de fútbol y lleva la vida que siempre soñó. Fama, dinero, los mejores clubes de fútbol peleando entre sí por obtener su pase. 

Hoy jugaría uno de los partidos más importantes de su carrera, un clásico entre clubes estrellas del país y necesitaban la victoria para alzar la copa del campeonato. Eran de esos días donde el euforismo lo llenaba de una energía tronadora y por los 90 minutos que duraba el juego se olvida de todo, incluso del cansancio.

—Hoy debemos ganar si o si, los quiero a todos motivados. ¡La victoria es nuestra! —Gritó Jake completamente motivado mientras caminaban por el túnel que los dirigía a la cancha.

—¡Si capitán, hoy ganaremos y la copa levantaremos! —Repetían una y otra vez el resto de los integrantes del equipo.

La luz del sol le dió de lleno en el rostro cuando finalmente salieron del túnel, inmediatamente Jake cruzó la mirada con el capitán del equipo contrincante. Una sonrisa burlona afloró en sus labios mientras observaba a su contrincante con desdén. Elías, el capitán del equipo contrario reaccionó inmediatamente a la defensiva.

—No des el partido por ganado, Polters. Puedo ver que te tienes bastante confianza, pero no eres la gran cosa. —Arrojó el otro hombre con desprecio.

—No me creo la gran cosa, mejor dicho, soy la gran cosa. —Su sonrisa se ensanchó aún más, provocando irritación en su contrincante.

—Morderás el polvo, Polters... De eso me aseguraré yo. —Advirtió el hombre completamente iracundo.

Jake, dejó escapar una risa socarrona, no dándole importancia a las palabras de Elías Agüero. Simplemente avanzó hasta su posición en la cancha con total naturalidad y confianza.

El sol brillaba con fuerza en lo alto, mientras que la emoción de las hinchadas era palpable. La multitud rugía, las banderas de sus respectivos equipos flameaban en el iré y el sonido de tambores inundaba todos los espacios. La multitud lo clamaba a él, a Jake Polters, el jugador estrella del fútbol europeo. Jake, alentado por la hinchada, se movía con una destreza impresionante, manteniendo el dominio absoluto del balón, dejando atrás a sus oponentes, haciéndolos ver cómo unos aficionados.

Con cada toque del balón, el joven lograba deslumbrar a su amplio fans club, quienes clamaban eufóricos su nombre. Su habilidad con el balón parecía mágica, irreal, haciendo ver a los defensas del otro equipo como estatuas, logrando burlar sus posiciones sin problema, irradiando confianza con cada paso que lograba avanzar hasta el arco rival.

Cuando finalmente llegó al borde del área, Jake respiró profundamente y con un movimiento rápido y decidido se acomodó para patear. La defensa del equipo rival se agrupó con la esperanza de detener ese balón, pero ya era demasiado tarde, era imposible detener a Jake Polters. Con un golpe sexo y preciso el balón voló hacia el ángulo superior de la portería. El portero quedó paralizado, todo aconteció tan extremadamente rápido que no atinó a hacer nada.

—¡Gooooooool! —El grito eufórico de la multitud provocó en Jake un euforismo casi enfermizo.

Jake, totalmente fuera de sí sufrió un estallido de energía, corrió hacia la hinchada que lo alentaba, la emoción reflejada en su masculino y atractivo rostro. Dedicándole a la tribuna una sonrisa radiante alzó las manos y formó un corazón con los dedos, gesto que siempre hacia cada vez que anotaba un gol. Todos y cada uno de ellos iba dedicado a Tracy, la mujer que tanto amaba. La multitud estalló en aplausos y cánticos alegres, creando un sola de euforia que recorrió las gradas.

Pero eso no era suficiente para Jake, de algún modo necesitaba remarcar su superioridad, por lo que giró y corrió a donde Elías Agüero estaba. El capitán del equipo contrario lo miró con odio puro, sin embargo, Jake grito su gol a todo pulmón en la cara del otro hombre, en un gesto por demás provocativo. Por que así era Jake Polters, él era desafiante, atrevido, presumido, con un ego tan inmenso que podía devorar todo a su paso.

—Eso pasa cuando te metes conmigo, me orillas a tener que ser mucho mejor. —Dijo con desdén, haciéndole ver que estaba por encima de él y sin importar que hiciera, esa situación jamás iba a cambiar.

Elías lo observó. Un una expresión desencajada, estaba tan frustrado y enojado que necesitaba descargar toda esa ira contra Jake. La rivalidad entre ellos siempre fue intensa y la situación del momento solo género más rivalidad. En ese momento, Elías decidió hacer algo para bajar a Jake Polters de su nube y enseñarle a la mala que en el fútbol no existe nadie imprescindible.

Mientras la multitud seguía vitoreando, Jake regresó a su equipo, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Había marcado un gol y no solo eso, además había dejado su huella en el juego, pero más importante aún, había encendido el espíritu de su equipo y la pasión de sus seguidores. La tarde aún era joven, y la batalla en el campo apenas había comenzado, aunque jamás imaginó que está sería la última.

A los 85 minutos, Jake marcó su segundo gol y el tercero a favor de su equipo. Elías estaba tan frustrado que en la siguiente jugada, corrió con todas sus fuerzas y fingiendo un roce de juego pateó a Jake Polters en la columna. Ante el impacto del golpe, Jake cayó bruscamente la piso y su cuerpo se arrastró varios metros por el húmedo césped. 

La falta era más que evidente, por lo que el árbitro inmediatamente expulsó a Elías Agüero, quién se sintió satisfecho por su acción. Esa patada le enseñaría la imbécil de Jake Polters a mantener su ego a raya.

Cuando Jake finalmente toca el suelo y su cuerpo deja de avanzar por el césped, siente que sus extremidades se doblan de una forma totalmente antinatural. Durante unos breves pero agonizantes segundos, el dolor le quema todo el cuerpo como fuego, se siente en llamas y desea gritar hasta que su garganta se destroce, sin embargo, antes de poder gritar lo invade un frío que le descompone y posteriormente todo es oscuridad.

•••

—Señor Polters, ¿me oye? ¿Logra verme? ¿Sabe dónde está? ¿Tiene noción de que día es hoy? —Le lanzan preguntas en rápida sucesión mientras un rostro borroso oculta el sol sobre él. Jake en respuesta parpadea mostrándose confundido.

—Jake, ¿puedes ponerte de pie, muchacho? —Jake inmediatamente reconoce la voz del entrenador.

La única respuesta que Jake logra articular es: —Por la put@ mierd@... —Su voz sale ronca y entrecortada.

El kinesiólogo del equipo pone sus manos sobre los hombros anchos de Jakey y habla con voz suave. —No intentes levantarte, quédate quieto por un momento. Te has caído fuertísimo y podría ser peligroso el que intentes levantarte. 

—Pero... —Intenta alzar la cabeza, pero por más que lo intenta no puede lograrlo. Inmediatamente la frustración lo invade.

Pero a pesar de sus intentos, Jake no puede levantarse, siente su cuerpo entumecido y es como si su cerebro ya no formara parte de él. Intenta mover sus piernas, pero en ese momento, horrorizado se percata de que no puedo hacerlo, simplemente no las siente.

—No... Yo... Yo no puedo... —Susurra bajito, moviendo la boca casi sin hacer ruido. El miedo se refleja en su rostro y siente una pesadez tan grande en su pecho que siente que le estruja el alma. —No... No siento las piernas... —Sus ojos castaños se llenan de lágrimas, pero se rehusa a llorar en ese momento.

Un revuelo se armó en la cancha, las pifias de la hinchada resuenan con fuerza, una ambulancia ingresa rápidamente en el campo de juego y los paramédicos bajan rápidamente de esta, entre varios suben a Jake a la camilla y lo suben en la ambulancia. Lo último que Jake logra ver antes de que lo suban en la ambulancia es la sonrisa burlona de Elías Agüero. 

Es tal la rabia y frustración que experimenta en ese momento, sin embargo no logra exteriorizar esas emociones, ahora su mayor preocupación es la movilidad de sus piernas y la continuidad de su carrera.

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