La Emergencia de la Ejecutora
Día siete. 9:02 AM. Mansión Blake. Post-Ignición.
Valeria emergió del espeso bosque, sus botas militares pisando las hojas secas con la certeza de un depredador, la ignición de QHI había pasado, el helicóptero de seguridad de Blake, que sobrevolaba la zona, se había desviado repentinamente, probablemente afectado por el pulso electromagnético y la señal de colapso de la Torre Blake, el único sonido que quedaba era el ulular distante de las sirenas policiales de la ciudad, acercándose.
En el exterior de la mansión, en medio de la niebla matutina, Leonardo Blake se había rendido, estaba de pie junto a la escalera principal, con los hombros caídos, el traje de miles de dólares colgaba de él como el sudario de un imperio, había enviado el mensaje final a Javier, su último acto de amor retorcido, y ahora no le quedaba nada que proteger más que su silencio.
Valeria se acercó con una calma aterradora, su cuerpo ahora totalmente bajo el control del músculo moral