Día siete. 8:57 AM. Mansión Blake. 3 minutos para la Ignición.
Valeria se había internado en el bosque, confiando en que el chantaje emocional sería suficiente para forzar la rendición silenciosa de Leonardo, dejó al Rey quebrado, solo.
Leonardo Blake permaneció arrodillado por un instante más, la pulsera de seguridad en su muñeca ahora inactiva, el rastreo de Javier había sido neutralizado, y con él, el último mecanismo de control que le quedaba sobre la única persona que amaba.
La furia no era un grito, era un terremoto interno que amenazaba con destrozar su razón.
—¡VERAS! —Su voz resonó por el aire, un rugido de animal herido, era la primera vez que la llamaba por el apellido de su padre, reconociendo el lazo que lo había destruido.
Se levantó de un salto, el rostro desfigurado por el odio y la impotencia, miró hacia la línea de árboles donde Valeria había desaparecido, su instinto era seguirla, atraparla, aniquilar a la mujer que había utilizado la nobleza de Javier para lograr e