Día siete. 8:53 AM. Mansión Blake. Confrontación Exterior.
Valeria se acercó a Leonardo, el reloj de la ignición de QHI marcaba siete minutos.
El rostro de Leonardo era una máscara de derrota, el hombre de negocios más despiadado de su generación estaba de rodillas ante su propia debilidad: el amor por su hermano.
—La clave se autodestruye al contacto —repitió Leonardo, extendiendo el brazo con la pulsera de seguridad.
Valeria no dudó, su mano, firme, tocó la pulsera, en ese instante, una pequeña luz roja parpadeó en el dispositivo, y una cadena de datos cifrados se transfirió a su tablet de seguridad.
—Clave de desactivación de rastreo de Javier Reyes adquirida.
Valeria se apartó, revisando el código, en el fondo, sintió un alivio fugaz, la recompensa por el músculo moral que había desarrollado. Javier era libre, al menos de la vigilancia directa de su hermano.
Leonardo la observaba, con los ojos inyectados en sangre.
—Ahí está, tu justicia, has liberado a mi hermano de mi control, a