Capítulo 27.

Capítulo 27.

No sé cuánto tiempo llevo aquí. Las horas se me hacen eternas. Jorge no ha vuelto a hablarme desde que soltó aquella bomba: que quería un hijo conmigo. ¿Quién demonios se cree que es?

He pasado la noche en una de las habitaciones del ático, con la puerta cerrada… aunque no con llave. Sé que podría marcharme, pero ¿a dónde? Sé que me encontraría. No tengo mi teléfono, no tengo mis cosas, y dudo que me deje salir así como así.

Además, no sé qué me da más miedo: que me retenga por la fuerza o que intente convencerme de que todo esto es normal, como si su comportamiento no fuera una completa locura.

Me miro en el espejo del baño. Tengo ojeras, el cabello revuelto y los labios resecos. Desde luego, hoy no es el mejor de mis días. Me enjuago la cara con agua fría, como si eso pudiera despertarme de esta pesadilla.

Cuando salgo de la habitación, lo encuentro desayunando tranquilamente, como si fuésemos una pareja feliz. Me dedica una mirada rápida y después vuelve a centrar
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