Alessandra mira todo a su alrededor y aunque los recuerdos y la sed de sangre estaban burbujeante en todo su cuerpo, simplemente dió marcha atrás y le entregó el arma a Fabrizio. Andrea sonrió como si hubiese ganado la batalla, pero se le había olvidado, que tenía a dos hombres que lo odiaban profundamente.
—¿Qué estás haciendo, Alessandra? Debes matar a ese traidor —le pidió explicación su hermano, pero ella negó rápidamente con la cabeza.
Fabrizio suspiró y llamó a Dereck. Él estuvo viendo desde lo lejos y por un instante, tuvo miedo de que ella accionara el arma.
—La mayoría de los rumores que circulan de Alessandra son mentiras. Ella solo está muy jodida. Quédate a su lado por si se desmaya —le ordenó el Capo—. Esta pelea no es mía, así que uno de los dos debe matar a Andrea.
—Lo haré yo... —a diferencia de su hermana, a Alessandro nunca le temblaba la mano para hacer valer su voluntad—. Pídele perdón a Ale por todo el daño que le causaste durante tantos años, Andrea.
El viejo so