Mónica y Rafael estaban en su habitación despiertos a altas horas de la noche, habían pasado dos días desde que encontraron a Catherine.
—¿Sabes lo que hizo Victoria? —inquirió la mujer, acomodándose en el colchón.
—Ustedes a veces me ocultan cosas —bromeó—. ¿Qué hizo y por qué te ves preocupada por eso?
Rafael se rodó para llegar al lado de Mónica y poder rodearla con su brazo, con las espaldas pegadas de la madera. Ella se acurrucó, era su refugio, un lugar seguro alejado del exterior.
—Conoció a Mateo y ahora quiere verlo más seguido, creyó que vivía aquí —explicó, se cruzó de brazos—. ¿Deberíamos hacer algo al respecto?
Y es que a Victoria le emocionaba por fin tener un amiguito con el cuál jugar en el futuro.
—¿Le dijiste la verdad?
—Ay, ¿cómo le digo a mi hija que su amiguito está pasando por mil problemas familiares y se irá lejos por un tiempo? —Rodó los ojos.
—No se irá lejos, simplemente pasará unos días en el hospital, ¿no te dije que el juicio será dentro de un mes