El tiempo pasaba tan rápido, que el día de la gala ya había llegado.
Mónica se comunicaba con su padre mediante llamadas o mensajes, y había quedado con él para reunirse y presentarle a su nieta.
—Vamos, Victoria. Rafael llegará en cualquier momento.
Cargó a la pequeña y se vieron una última vez en el espejo de la sala. El vestido largo y pegado a su cuerpo no le quedaba nada mal, pues resaltaba sus anchas caderas y piernas gruesas.
Victoria tenía un vestido de princesa que la hacía lucir adorable y brillante, destacando su inocencia. Debajo de la falda de tul llevaba un pantalón corto y el pañal.
—Maaa —Movió el juguete que tenía en su mano, sonaba como una campana.
Mónica agarró la cartera y la colgó sobre su hombro a medida que llevaba a su hija en brazos. Fue a la puerta para marcharse y apagó las luces, no se esperaba que Rafael ya estuviera esperando del otro lado.
—¿Esto de llegar justo a tiempo se te hizo costumbre? —inquirió, divertida.
—¡Paa! —exclamó Victoria, alegr