Capítulo 34: Pequeño susto

Al día siguiente, Rafael hizo lo que prometió y acudió a la mansión de David, ya se sabía el interior de memoria de tanto que iba.

Lo primero que vio al entrar fue a un pequeño niño jugando en una alfombra, siendo cuidado por una sirvienta mayor que él recordaba.

Mónica le contó que ella la ayudó a escapar.

—Señora Delia —La saludó.

—¡Oh! —Se sobresaltó—. Bienvenido.

Le sonrió.

Ella estaba ocupada procurando que Mateo no se lastimara con el juguete de hierro que le compró su madre.

Rafael caminó hacia el despacho de David, pero en el camino se topó con su mujer. Ella estaba con el ceño fruncido como era de costumbre, Catherine era una amargada desde su punto de vista.

—¡¿Qué carajos haces aquí?! ¿No te cansas de venir a robar? —interrogó, con ambas manos en la cintura.

Él rio.

—Me temo que tu esposo me da permiso porque la deuda es gigante —se burló, detuvo el paso al ver que ella hizo lo mismo.

—Ojalá te mueras, Rafael. Eres un hombre aborrecible porque sabes que David tie
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