Mateo llegó al edificio de la empresa y preguntó por Victoria en la recepción. Le dijeron que subiera el ascensor hasta el segundo piso y diera un cruce a la derecha.
Él hizo caso, nervioso porque no veía a su amiga desde la confesión que le hizo.
¿Podía actuar con normalidad?
Llevó una mano a su pecho, inhaló hondo para calmarse y terminó chocando con un hombre de cabello negro y mirada intimidante, aunque era más pequeño que él.
—Discúlpame.
—No recuerdo que trabajes aquí —Alex lo detalló de pies a cabeza—. ¿Tienes cita? Nadie puede entrar sin una cita…
—Vengo a ver a Victoria Rowling, la nueva jefa.
—¿Tienes cita? —repitió.
Mateo tensó la mandíbula y apretó los puños. Nunca imaginó que habría un hombre tan terco.
—Conozco a Victoria de toda la vida, no es la primera vez que vengo a visitarla, así que hazte a un lado —masculló, con ambas manos en los bolsillos.
Alex estuvo a punto de protestar, pero Victoria casualmente salió al leer el último mensaje de Mateo diciendo que